The White Album

Mucha gente que conozco en Los Ángeles cree que los sesenta se terminaron de golpe el 9 de agosto de 1969, en el momento exacto en que la noticia de los asesinatos de Cielo Drive se propagó como un incendio por toda la comunidad, y en ese sentido tienen razón: aquel día estalló por fin la tensión. La paranoia se cumplió.

© Julian Wasser

JOAN DIDION, HOLLYWOOD, 1968.

The White Album (El Álbum Blanco) es un ensayo de Joan Didion publicado en 1979, completado por algunas de sus mejores crónicas publicadas a la época en Life, Esquire, The Saturday Evening Post, The New York Times o The New York Review of Books.

Partidaria del Nuevo Periodismo, como un Tom Wolfe o un Norman Mailer, escribe en primera persona, el estilo es agudo y los detalles precisos. No se desvela por el contexto. Insolentemente subjetiva, nos revela aquí sus pensamientos más íntimos, lo que hace que el libro sea todavía más intenso ya que al final es muy personal.

El texto se compone de flashbacks inconexos, donde tal en una sala de montaje, los rushes se recortan sin fin, como para transcribir aún mejor la esencia apocalíptica del final de los Sixties en Los Ángeles, donde nada más parece tener sentido ni seguir un hilo narrativo inteligible. América ella misma se está volcando y perdiendo todas sus referencias, Joan Didion nos entrega al respecto una cápsula temporal.

El 23 de septiembre de 1967, su artículo « Slouching Towards Bethlehem » (Arrastrarse hacia Belén) parecía en el Saturday Evening Post. Se abría con el poema The Second Coming (1919) de William Butler Yeats.

Things fall apart; the center cannot hold;
Mere anarchy is loosed upon the world . . .
Surely some revelation is at hand;
Surely the Second Coming is at hand . . .
And what rough beast, its hour come round at last,
Slouches towards Bethlehem to be born?

Todo se desploma; el centro no resiste:
La anarquía pura se desata sobre el mundo…
Sin duda una revelación está cerca;
Sin duda la Segunda Llegada está cerca…
¿Y qué horrible bestia cuya hora llegó al fin
Se arrastra hacia Belén para nacer?

Versos al aspecto de epitafio para ese reportaje sobre la cultura juvenil y su consumo de drogas realizado en el barrio de Haight-Ashbury en San Francisco, y cuyo relato acaba con Susan, una niña de cinco años de labios extrañamente blancos. Desde hace un año, su madre la coloca a base de ácido y peyote, Mind Expansion obliga. Ya, lo sombrío prevalece sobre la utopía para esos niños del American Dream.

Lo elegirá como título de su segundo libro publicado en 1968, y que recopilará otros de sus artículos publicados en la prensa. En preámbulo, describirá la necesidad para ella de aceptar el "desorden" ("it would be necessary for me to come to terms with disorder”). Esta vez, al azar de la violencia ordinaria responde una agitación interna, su cuerpo cede. El año en la que no obstante es nombrada « Woman of the Year » por el Los Angeles Times.

Para esa fecha, Joan Didion, la hija de Sacramento, graduada en Literatura Inglesa en la Universidad de Berkeley en 1956, ha pasado por Nueva York donde trabajó para Vogue durante casi ocho años, y donde se casó con el escritor John Gregory Dunne. Ahora establecidos en California con su hija Quintana, de dos años, la pareja colabora para varios periódicos y participa en la escritura de diversos guiones para la televisión y el cine. Siendo, por lo tanto, parte de la flor y nata de Hollywood, resultan ser mencionados a menudo en la sección "Great Life" del Hollywood Reporter al igual que Bianca Jagger, Paul Morrissey o Linda Ronsdadt.

© Julian Wasser

JOAN DIDION, JOHN GREGORY DUNNE Y QUINTANA ROO DUNNE, HOLLYWOOD, 1968.

Su casa en Franklin Avenue está ubicada en un antiguo barrio encopetado de Hollywood ahora destinado a la demolición. Inmensas casas de 28 habitaciones no amuebladas que, anteriormente servían de embajadas y consulados, se alquilan hoy mensualmente. Muy preciadas por los grupos de música, también favorecen la mudanza de comunidades de todo tipo, un vecindario de lo más excéntrico.

La vivienda de Joan Didion es por sí sola una escena de teatro. Nos cruzamos con Janis Joplin venir a tomar una “copa” de brandy-and-Benedictine después de un concierto, una niñera que le confiará ver la muerte en su aura, un supuesto repartidor de Chicken Delight, o una ex-compañera de clase que, después de 14 años, resurge como detective privado. No es raro que reciba llamadas telefónicas alocadas de personas queriendo salvarla a través de la Cienciología o reclutarla en negocios de drogas. Era una época extraña, y sin embargo pocas cosas llegaban a sorprenderle.

Evoca un momento el caso Jody Fouquet, símbolo de esa violencia ordinaria, totalmente arbitraria y sin lógica aparente. A las 7h15 de la mañana, el 25 de octubre de 1969, Thomas Craven de la California Highway Patrol acude al rescate de Jody Fouquet, una niña de cinco años, abandonada por su madre en medio de la carretera y que pasara toda la noche sobre el terraplén central. Betty Lansdown Fouquet, de 26 años y madre de siete hijos, alegará en su defensa haber cometido ese gesto para salvar la vida de su hija. Su marido, Ronald Fouquet, de 31 años, había amenazado con dejarla morir en el desierto. Betty tuvo cuatro hijos de un primer matrimonio con Billy Joe Lansdown. Ronald resulta ser el padrastro de Jody y el padre de sus tres últimos hijos. Personaje violento, golpea con frecuencia a toda la familia.

Durante ese caso, la justicia se dará cuenta de que uno de los niños anda desaparecido, el pequeño Jeffrey no se encuentra por ningún lado. Betty confesara entonces. Contará cómo, tres años antes, en 1966, Ronald mató a golpes al pequeño, tenía él mismo cinco años en el momento de los hechos. Describirá a un Ronald celoso que no soportaba que Jeffrey sea el hijo de otro hombre. La policía sí había descubierto el cuerpo de un niño pequeño al pie de un dique, pero su estado de descomposición avanzado no había permitido identificarlo. Después de su muerte, el cuerpo de Jeffrey fue empaquetado en una modesta maleta. Ella, su esposo y otros tres de sus hijos condujeron hasta el desierto donde Jeffrey fue simplemente arrojado del coche.

Joan Didion también se detiene sobre el asesinato del actor Ramón Novarro, a los 69 años de edad. Estrella mundial del cine mudo desde su papel en Ben Hur (1925), será brutalmente asesinado en su casa de Laurel Canyon, no muy lejos de donde ella vive.

Después de Bob Dylan y del Greenwich Village, Laurel Canyon se había convertido en el epicentro de la revolución rock. De Nueva York a Los Ángeles, la escena musical se estableció al Oeste. Todo el mundo se mudó a Laurel Canyon. Actores, músicos, artistas formaban una comunidad de las más abiertas donde reinaban libertad y emulación creativa. En el vecindario: los Rolling Stones, Frank Zappa, Joni Mitchell y Graham Nash, Neil Young, David Crosby, los Byrds, los Turtles, los Doors, Buffalo Springfield…, por nombrar algunos.

There was a lot of freedom. There was a lot of drugs. There was a lot of beautiful women. There was a lot of good rock n’ roll being made. It was a fabulous time.

Había mucha libertad. Había mucha droga. Había muchas mujeres hermosas. Había mucho buen rock n’ roll haciéndose. Era una época fabulosa.

(Graham Nash, guitarrista del grupo Crosby, Stills & Nash, en el episodio 10: « Sex, Drugs, and Rock N’ Roll (1960-1969) » de la serie documental sobre los Sixties. Cf. Notas a pie del artículo).

Y sin embargo, el 30 de octubre de 1968, los hermanos Ferguson vendrán a romper ese cuadro idílico. Nueve días antes, Thomas Ferguson, de 17 años, aparece en Los Ángeles en casa de su hermano Paul, de 22 años, a quien no ha visto desde ya va dos años. Acaba de escaparse de un reformatorio en Illinois. Los dos hermanos, al haberse criado muy poco tiempo bajo el mismo techo, no son realmente cercanos.

Nacidos en una familia de diez hijos, el padre era técnico de trabajos verticales en cuerda y se llevaba a su familia de una región a otra, entre Alabama e Illinois. Cuando no estaba ausente durante semanas, prefería entregarse al alcohol que asegurar el pago de la comida o del alquiler. Paul afirmará haberse prostituido desde los 10 años para sostener a su familia. A los 14, se largara definitivamente. Marchado haciendo dedo, trabajara en varios ranchos en México y Wyoming. A los 15, se une al ejército mintiendo sobre su edad. Será dado de baja honorablemente al año siguiente.

Thomas, en cuanto a él, pasa de centros de detención para menores a estancias en establecimientos psiquiátricos. Se fugara a los 15 años. Cuando Thomas llega a su casa, Paul lleva tres meses casado con Mari. Los dos tortolitos se conocieron a través de Larry Ortega, el hermano de Mari, un prostituto que de vez en cuando hace de proxeneta. Paul acaba de ser despedido de su último trabajo y él y Mari están sin un duro. La tensión aumenta y Mari se va a vivir una temporada con sus padres. Paul decide entonces planear un encuentro para "Tommy". Así que llama a Victor Nichols, un promotor inmobiliario vinculado al mundo de la prostitución, y le dan el número de teléfono de un tal Novarro.

Los años 60 son lejos de ser una época de tolerancia y el actor vive su homosexualidad de manera escondida. A menudo recurre a escoltas. Así fue como, por las casualidades de la vida, los hermanos Ferguson acabaron en su casa, en esa víspera de Halloween.

Después de años de alcoholismo, la carrera de Novarro lleva mucho tiempo en declive. Eso no le impide querer impresionar a los hermanos Ferguson que piensan sin duda haberse topado con la gallina de los huevos de oro. El alcohol ayudando, las cosas degeneran. Paul y Thomas esperaban encontrar 5000 dólares, se volverán con 20 dólares en el bolsillo y dejarán un cadáver tumefacto, desnudo, ensangrentado, atado a un cable eléctrico. La autopsia revelará que Novarro se había atragantado con su propia sangre, debido a múltiples lesiones traumáticas en la cara, el cuello, la nariz y la boca.

JOEL MCCREA Y RAMÓN NOVARRO EN EL WESTERN LOS ESCOLTAS, 1950.

Del verano de 1968, Joan Didion dirá: « un ataque de vértigos y náuseas no me parece hoy constituir una respuesta inapropiada » (“an attack of vertigo and nausea does not now seem to me an inappropriate response”). Y con razón, ya que a la violencia ordinaria responde la violencia política. En apenas dos meses, América ha perdido sucesivamente a dos de sus más grandes líderes: Martin Luther King, asesinado el 4 de abril de 1968 en Memphis, Tennessee, y Bobby Kennedy, asesinado el 5 de junio de 1968 (muere al día siguiente) en Los Ángeles, tras ganar las primarias demócratas en California. Y Lauren Bacall de pegar ese grito:

I mean, what happens to the country? I mean, you wonder if it’s worth saving, you know. What is it? What’s left of this country?

Quiero decir: ¿Qué le pasa al país? Quiero decir, uno se pregunta si vale la pena salvarlo, sabe. ¿Qué es? ¿Qué queda de este país?

(Episodio 8: « 1968 » de la serie documental sobre los Sixties. Cf. Notas a pie del artículo).

Pero tenemos que rebobinar la película para entender a qué punto el veneno de la violencia ha impregnado todos los estratos de la sociedad estadounidense, dando testimonio de una crisis general de los valores políticos y morales que estremece la América de los Sixties.

El 8 de noviembre de 1960, John Fitzgerald Kennedy gana las elecciones presidenciales frente al republicano Richard Nixon, quien no es otro que el vicepresidente de Eisenhower (1953-1961). La Dream Team de Harvard, los Best and Brightest, acceden por tanto a la Casa Blanca a principios de 1961. Kennedy es joven, apenas 43 años. Hermoso, brillante, dinámico, en boga, encarna una ola de cambio y de esperanza, en una América donde uno de cada dos estadounidenses tiene menos de treinta años. Es un presidente que se les parece. « Se convirtió en el héroe de todos aquellos que permanecían convencidos de que América, por su inteligencia, sus recursos y su calidad de vida, constituiría un modelo que demostraría pacíficamente la superioridad de su sistema y de sus instituciones sobre la barbarie de los regímenes comunistas.[1] » En definitiva, el deseo de una América más justa, menos puritana y más humanista.

Muchos esperan también de él que confirme con una ley los Derechos Civiles de los Negros. « En los estados del Sur, los Negros todavía son considerados como ciudadanos de segundo plano. Desde 1896, su vida social está regulada por la fórmula « separate but equals »  separados pero iguales. La base de todos los apartheids.[2] » No tienen derecho a voto, a diferencia de los estados del Norte, y además de ser explotados, son a menudo víctimas de linchamientos y ejecuciones sumarias. Así, las poblaciones de las ciudades industriales del Norte, los jóvenes, los Negros, las mujeres, los estudiantes y los intelectuales están detrás de Kennedy. Pero no hay que equivocarse, con una participación récord y una diferencia de apenas 113 000 votos con Nixon, es decir el 0,07 %, América está sin lugar a dudas partida en dos.

Para dar garantías a los republicanos, Kennedy mantendrá en sus cargos a Allen Dulles y Edgar Hoover, respectivamente jefes de la CIA y del FBI, aunque estos últimos permanezcan totalmente asimilados a la Guerra Fría y al Maccarthysmo. Como quien dice el tiempo de las artimañas no estaba cerca de detenerse.

El Presidente además debe componer con los “Dixiecrates”, esos parlamentarios demócratas de los estados del Sur, segregacionistas y en su mayoría ultraconservadores. Originalmente, Dixie o Dixieland, era el apodo que se le dio al territorio abarcado por los antiguos estados confederados de América, a saber, Carolina del Sur, Mississippi, Florida, Alabama, Georgia, Luisiana y Texas, a los cuales se añadieron otros cuatro estados secesionistas, Virginia, Arkansas , Tennessee y Carolina del Norte. A veces se les asociaba los estados igualmente esclavistas que eran Virginia Occidental, Missouri, Kentucky y Maryland, pero quienes ellos permanecieron fieles a la Unión durante la Guerra Civil o Guerra de Secesión (1861-1865).

Para que quede claro, en este año 1961, todos los gobernadores de esos estados, sin excepción alguna, son demócratas. « Ningún Sudista se habría dignado a votar republicano, el partido de Lincoln y de Grant, de la Emancipación y de la Reconstrucción. Paradoja permanente del Partido Demócrata, liberal y progresista en el Norte, segregacionista y conservador en el Sur.[3] » Abraham Lincoln y Ulysses S. Grant eran ambos republicanos. Respectivamente, 16º Presidente de los Estados Unidos (1861-1865) y 18º Presidente de los Estados Unidos (1869-1877), uno proclamó la abolición de la esclavitud en 1863 cuando el otro mandaba los ejércitos Unionistas durante la Guerra de Secesión. Entendemos así mejor los rastros de sospecha y la aversión por el Partido Republicano aún presentes a esa época. Ahora bien, sí que son en esas tierras demócratas donde los supremacistas blancos causan estragos con toda impunidad y donde se aplica todo el abanico de las leyes segregacionistas llamadas « Jim Crow ». Los Negros obviamente querían romper definitivamente las cadenas de la dominación y que las decisiones de la Corte Suprema por fin se apliquen en aquellos estados del Sur.

Para ayudarlo, Kennedy va a apoyarse sobre el segundo del equipo demócrata, Lyndon Baines Johnson, tejano y sabio político, además de ser líder de la mayoría senatorial. Aunque por el momento, el Presidente se encuentra con las manos atadas, al no disponer de mayoría « liberal » en el Congreso. Por lo tanto, habrá que tener paciencia y esperar al menos a que pasen los « midterms » de noviembre 1962 para ver un cualquier avance en el terreno de los Derechos Civiles.

A decir verdad, en este año 1961, la atención de JFK está más bien dirigida hacia la Unión Soviética. En línea recta con la doctrina de « containment » (mantenimiento de los comunistas dentro de sus límites territoriales) enunciada por Truman (presidente de los Estados Unidos de 1945 a 1953) cuya lógica llevó a Eisenhower a apoyar la dictadura sanguinaria de Batista en Cuba o incluso el régimen despótico de Diem en Vietnam del Sur, Kennedy ve con malos ojos la cabeza de puente ofrecida a los soviéticos por Castro a unos cien kilómetros de las costa americanas.

Tras el fiasco de la Bahía de Cochinos, el 20 de abril de 1961, operación que no obstante valida, la Cumbre de Viena de los 3 y 4 de junio de 1961 entre John Kennedy y Nikita Khrushchev acaba en un fracaso. Esa reunión tenía como objetivo tratar de apaciguar las tensiones entre los dos bloques. Sin embargo, los ensayos nucleares soviéticos retoman el 5 de agosto, y a finales de agosto el Primer Secretario del Partido Comunista de la Unión Soviética termina la construcción de “su” Muro de Berlín. La tensión no dejara de crecer con el líder ruso hasta culminar durante la 2da crisis de Cuba, donde del 16 al 28 de octubre de 1962, rozamos francamente la Tercera Guerra Mundial, antes de que Khrushchev termine por embalar sus misiles nucleares.

El conflicto podría haber significado la destrucción mutua, llevándose consigo a todo el planeta. La idea de una guerra nuclear está en todas las cabezas y es lejos de ser una noción abstracta para los americanos que salen traumatizados de esa crisis. Sociedad de consumo obliga, los refugios antiaéreos tienen popularidad, los búnkeres se quieren cada vez más sofisticados. En cuanto a los pequeños americanos, desde Truman y el establecimiento de los « school drills », están sometidos periódicamente a simulacros de ataques nucleares donde se les enseña a esconderse debajo de su pupitre tal Bert la Tortuga. Nada que tranquilice pues. En cualquier caso, la sangre fría de Kennedy en este asunto fue notable y le permitió restaurar su imagen al nivel internacional. Por tanto, a falta de librarse una guerra convencional, la competición entre las dos potencias tendrá lugar en el espacio.

Desde el Bip-Bip de octubre de 1957, el sonido de la señal emitida por el Sputnik ruso, el primer satélite puesto en órbita por la tecnología humana, a 900 kilómetros por encima de nuestras cabezas, la ciencia espacial americana andaba atrasada. El 12 de abril de 1961, los sabios rusos envían esta vez en órbita al primer hombre en el espacio. Yuri Gargarin realiza un vuelo de 108 minutos a bordo de la nave espacial Vostok 1. Ya demasiado para Kennedy, que se presenta ante el Congreso el 25 de mayo de 1961. Propone un presupuesto a la alza de 7 a 9 mil millones de dólares para financiar la conquista de la Luna. Es el nacimiento del proyecto Apolo. El objetivo: enviar y traer de vuelta a un hombre a la Luna de forma segura en la próxima década. Recibe el apoyo de la aplastante mayoría del Congreso.

Truman había ordenado la reanudación de la investigación y los ensayos sobre la Bomba H, la bomba atómica termonuclear; Eisenhower, en su discurso de fin de mandato, advertía extrañamente contra la militarización incontrolada de la sociedad. Estábamos de lleno en ello. Tras la crisis de los misiles de Cuba, un nuevo presupuesto militar fue presentado ante el Congreso. En aumento considerable, debía agregarse al presupuesto de la NASA para el proyecto Apolo. La propuesta pasó sin dificultad. Todo ese dinero, que hay que contar en miles de millones de dólares, podría haber servido a financiar las reformas sociales y educativas tan esperadas, en un país donde uno de cada cinco estadounidenses, es decir el 20% de la población, todavía vive bajo el umbral de la pobreza. Sin embargo, con un paro alcanzando la tasa récord del 8% y un crecimiento económico inferior a 4 puntos, la nueva administración optó por responder a la recesión con una inyección masiva de créditos militares. Del capitalismo a la planificación, la frontera se hacía cada vez más tenue.

El 17 de mayo de 1954, la Corte Suprema de los Estados Unidos declaraba inconstitucional la segregación en las escuelas. Nueve años después, George C. Wallace, el gobernador de Alabama, todavía trataba de prohibir la escolarización de dos jóvenes estudiantes negros en la Universidad de Alabama en Tuscaloosa. Vivian Malone y Jimmy Hood, ambos de veinte años, fueron muy a su pesar los héroes de una serie que tuvo en vilo a todo Estados Unidos a la hora en la que cerca del 88% de la población disponía de un televisor.

El 7 de junio de 1963, el gobernador Wallace ordena la presencia de 500 « Alabama National Guardsmen » (Guardias Nacionales de Alabama) en las inmediaciones de la universidad. El 11 de junio de 1963, la situación volviéndose imposible de resguardar y no queriendo reiterar la experiencia vivida por James Meredith, ese estudiante negro y ex de la US Force, a quien le costó tres meses y la presencia de 400 agentes federales para ser finalmente registrado en el Universidad de Oxford en Mississippi, y cuyos disturbios segaron la vida de dos personas en 1962, el presidente Kennedy terminó usando de su poder. Haciendo caso omiso de la vieja pelea del derecho de los estados, federaliza las tropas del gobernador Wallace, lo que tuvo por objeto de colocarlas directamente bajo su mando. Un mensaje claro era enviado, nadie estaba por encima de las leyes y en adelante la lucha por los Derechos Civiles se convertiría en la gran prioridad de la administración Kennedy.

Hasta ese momento, él y su hermano Robert Kennedy, el brillante Attorney General, habían sabido calmar las situaciones con inteligencia, evitando que las violencias empeoraran, negociando con los gobernadores para resolver los problemas caso a caso. Pero no había una real política pensada a favor de los Negros. Sí que son esos últimos, quienes por su valentía, su determinación y su estrategia no violenta, con sus numerosos sit-ins y los famosos “Freedom Riders” (viajeros de la libertad), quienes no dudaron en aventurarse en las ciudades más racistas del “Dixieland” donde cada vez los esperaban jaurías rabiosas del KU KLUX KLAN y sheriffs locales desaparecidos, cuando no enviaban sus perros o cañones de agua para dispersar a la multitud antes de proceder a arrestos masivos; si que son ellos quienes hicieron tambalear los fundamentos de la segregación. Por fin íbamos a escucharlos. El mismo día, el presidente Kennedy pronunciará su magnífico « Civil Rights Address ».

“This is not a sectional issue. Difficulties over segregation and discrimination exist in every city, in every State of the Union. […] But law, alone, cannot make man see right. We are confronted primarily with a moral issue. It is as old as the scriptures and is as clear as the American Constitution. […]

Next week I shall ask the Congress of the United States to act, to make a commitment it has not fully made in this century to the proposition that race has no place in American life or law. And this Nation, for all its hopes and all its boasts, will not be fully free until all its citizens are free.”

« Y no es un problema que afecte solo a algunos sectores del país. Existen dificultades relativas a la segregación y la discriminación en todas las ciudades, en todos los estados de la Unión. […] Pero la ley por sí sola no puede hacer que los hombres distingan el camino recto. Nos vemos principalmente ante una cuestión moral. Es tan antigua como las Escrituras y tan clara como la Constitución estadounidense. […]

La semana que viene pediré al Congreso de los Estados Unidos que actúe, que contraiga un compromiso que no ha llegado a asumir en este siglo, respecto del principio según el cual la raza no tiene lugar en la vida o las leyes estadounidenses. Y esta nación, con todas sus esperanzas y sus alardes, no será libre hasta que todos sus ciudadanos sean libres. »

Horas más tarde, Medgar Evers, militante negro de los Derechos Civiles y veterano de la Segunda Guerra Mundial, sería asesinado frente a su casa en presencia de su esposa y de sus hijos en Jackson, Mississippi.

1963, marca el centenario de la abolición de la esclavitud. Una marcha pacífica « The March on Washington for Jobs and Freedom » se llevó a cabo en Washington frente al monumento a Abraham Lincoln, el 28 de agosto de 1963. Reuniendo a casi 300 000 personas, de las cuales un cuarto de Blancos, será la manifestación más grande jamás organizada hasta la hora en la capital federal. Un soplo de esperanza para todos esos militantes y anónimos, y una forma de recordarle al Congreso la urgencia de aprobar en el año una ley fuerte para los Derechos Civiles. Al “We Shall Overcome”, canción gospel interpretada por Joan Baez, sucede el inolvidable “I Have a Dream” de Martin Luther King, a los que responde, quince días más tarde, el bombardeo de Birmingham en Alabama. Perpetrado el 15 de septiembre de 1963 contra una iglesia bautista, el atentado mata a cuatro jóvenes negras y deja a una quinta parcialmente ciega. El camino hacia la libertad prometía todavía ser largo.

En Vietnam, se observa la situación de cerca. Convencidos, según la famosa teoría del dominó, de que si el Sur-Vietnam llegaba a caer en manos de los comunistas el resto de los países del Sudeste Asiático (Laos, Camboya, Filipinas, etc.) seguirían el mismo camino, Estados Unidos no dudó en instalar y apoyar el régimen dictatorial del católico Diem. Tirano inveterado al frente de un régimen corrupto y aislado, cuyo ejército fue entrenado y financiado por la CIA, arremeterá continuamente a los budistas, excluidos de la vida política y sin embargo mayoritarios en el Sur. Algunos monjes irán hasta prenderse fuego en señal de protesta. En junio de 1961, se podían contar unos 600 "asesores militares estadounidenses" (US military advisors) en el lugar. En agosto de 1963, mientras Diem organizaba la represión de los monjes a todo el Sur-Vietnam, no menos de 16 000 soldados estadounidenses se encontraban ahora en el país.

Desde un punto de vista ético y moral, Estados Unidos se encuentra en una posición delicada. ¿Hasta dónde llegar para contener a los comunistas dentro de sus fronteras? Si bien Kennedy había prometido paz y prosperidad al resto del mundo, el escaparate ofrecido por Diem era de lo más vergonzoso. El 1ro de noviembre de 1963, es en todo caso un golpe de estado victorioso que acabara con ese presidente odiado, bajo la atenta mirada de los americanos.

Apenas unos días después, el 22 de noviembre de 1963, una onda de choque va a atravesar América. El presidente Kennedy acaba de ser asesinado en Dallas, Texas, en medio de un desfile oficial. La bala de un francotirador ha alcanzado su cerebro. Muere a la una de la tarde. Sin duda el comienzo del crepúsculo y el giro de los Sixties.

Lyndon B. Johnson como vicepresidente asume la interinidad  y se hará elegir 36.º Presidente de los Estados Unidos en las elecciones de noviembre de 1964. Las preocupaciones quedan inalteradas, la administración Johnson sigue con los ojos centrados en Vietnam.

El 2 de agosto de 1964 nos enteraremos a través de la prensa de que tres PT boats (lanchas torpederas), identificadas por el Departamento de Estado norteamericano como siendo norvietnamitas, atacaron al USS Maddox, un destructor que operaba en el golfo de Tonkín, a unos 60 kilómetros frente a las costas norvietnamitas. La realidad de los hechos es que ese ataque respondía a operaciones encubiertas dirigidas por Estados Unidos contra Vietnam del Norte. Dos días después, la prensa hace eco de nuevos combates navales en el mismo golfo de Tonkín, citando fuentes no oficiales. Esa información resultará ser inexacta y solo un pretexto para mostrar músculo.

América  va a sucumbir a la presión de su ala derecha aguzando cada vez más el oído a sus asesores militares. Eso se va a manifestar en la resolución del Golfo de Tonkín del 7 de agosto de 1964 que otorgará plenos poderes al presidente Johnson. De ahora en adelante, podrá usar de cualquier fuerza militar americana que considere necesaria para defender los intereses estadounidenses sin supervisión previa del Congreso. Así es como Estados Unidos va a entrar poco a poco en una espiral de las más mortíferas.

Johnson no tiene la sangre fría de Kennedy y en este inicio de año de 1965, autoriza la operación « Rolling Thunder » (Rugido de Trueno), una campaña de bombardeos constantes contra Vietnam del Norte. « Desembarca entonces el primer contingente operacional, tres mil quinientos infantes de marina para proteger la base aérea de Da Nang, desde donde salen los B-52, los gigantescos bombarderos estratégicos que construye Boeing.[4] » El número de muertes es importante, 25 000 civiles matados en el año, el ejército estadounidense no es reputado por su trabajo de encaje. La jungla vietnamita comienza a oler fuertemente a napalm.

We were blowing up and burning down this country we were supposed to be saving.

Estábamos haciendo estallar y quemando este país que se suponía que debíamos salvar.

(Neil Sheehan, antiguo corresponsal del UPI (United Press International), en el episodio 4: « The War in Vietnam (1961-1968) » de la serie documental sobre los Sixties. Cf. Notas a pie del artículo).


El 28 de julio de 1965, en una alocución televisiva en directo desde la Casa Blanca, el presidente Johnson anuncia el envío inmediato de 50 000 soldados adicionales, elevando el total de la presencia americana allí mismo a 125 000 hombres. Para ello, pasa el número del Draft Call (el llamamiento de los jóvenes mayores de 18 años en condiciones de servir) de 17 000 a 35 000 hombres por mes.

The Draft (o reclutamiento) fue implementado durante la Segunda Guerra Mundial. A los 18 años, los chavales estadounidenses debían inscribirse en las listas de reclutamiento para una posible movilización. Dependiendo de sus necesidades, el ejército recurría a esos jóvenes que se convertían en los Drafted (los movilizados). Con esa ironía, que se los consideraba demasiado jóvenes para poder votar pero no para ir a la guerra. Existían exenciones, en particular para quienes continuaban estudios universitarios, favoreciendo por tanto a los niños de las clases más adineradas. Así, muchos hijos de parlamentarios no irán, lo que no cesara de alimentar un sentimiento de injusticia.

A los demás, no les quedan pues que sus ojos para llorar o la clandestinidad. Poco a poco la Draft Resistance se organiza. A semejanza de un David J. Miller, ese pacifista de 22 años, que el 15 de octubre de 1965, no dudara en quemar públicamente su Draft Card (su orden de incorporación) durante una manifestación en Nueva York, arriesgándose así a una multa de 10 000 dólares y una condena de hasta cinco años en prisión. Miles de jóvenes seguirán sus pasos antes de acabar, algunos, por perderse en la errancia de los paraísos artificiales.


Tales los héroes de Kerouac en En el camino, obra emblemática de la Beat Generation publicada en 1957, varios miles de jóvenes iban a comenzar su viaje iniciático hacia el Oeste. Dirección la Tierra Prometida, San Francisco, « la ciudad más increíble de América ». Allí los esperaban los Beautiful People que, a base de LSD, prometían fraternidad, amor y paz. En busca de un nuevo horizonte y ávidos de encontrar cualquier sentido espiritual a la vida, lejos del paradigma materialista que proponía la sociedad estadounidense, esos niños desarraigados iban por un tiempo a sucumbir a la llamada del Otro Mundo gracias a las maravillas de la química.

Descubierto en Suiza en 1938 por Albert Hofmann, investigador de los Laboratorios Sandoz, que trabajaba sobre el desarrollo de analgésicos, los efectos alucinógenos del LSD fueron identificados de inmediato. Los nazis aprovecharán de ello para realizar múltiples experimentos con el objetivo de eliminar la voluntad de los sujetos tratados con la ambición de poder ejercer un control total sobre el cerebro de sus enemigos. La CIA, que posteriormente se hizo con esos informes, obtendrá luz verde de Dulles para profundizar esas investigaciones. Importantes dosis de ácido serán primero importadas de Suiza, antes de ser poco a poco sustituidas por una producción interior. Para llevar a cabo esas investigaciones, numerosas fundaciones científicas verían la luz, y no dudarían en poner el pie en los campus americanos.

El LSD todavía no era una sustancia ilegal y los investigadores no tenían dificultades para reclutar una cohorte de voluntarios, pagados 20 dólares la sesión, venidos a regalarse un “tripi” a costa de la CIA. Entre ellos, Ken Kesey, el autor de Alguien voló sobre el nido del cuco (1962). Con sus Merry Pranksters, su cuadrilla de Alegres Bromistas, se convertirá en el vocero del consumo de ácido y uno de los principales artífices de la propagación de la psicodelia.

Organiza así los Acid Tests, esas parties (fiestas) gigantes, donde el ácido se encuentra diluido en grandes jarras de Kool-Aid, un especie de ponche, y donde la música rock, marcando el ritmo al son de los Grateful Dead, el baile y el juego de luces de los estroboscopios, van a permitir a la multitud acceder al Santo Grial. La idea era sintonizar con el Universo, liberar a la humanidad de sus malas vibraciones con la toma de LSD, y en ese esfuerzo colectivo purgar el mundo de su odio y fealdad. Una utopía que escupirá a miles de toxicómanos.

Ya en 1956, Allen Ginsberg advertía en el poema Howl:

I saw the best minds of my generation destroyed by madness,
starving hysterical naked,
dragging themselves through the negro streets at dawn looking for
an angry fix…

He visto los mejores cerebros de mi generación destruidos por la
locura, famélicos, histéricos, desnudos,
arrastrándose de madrugada por las calles de los negros en busca de
un colérico picotazo…

Esos jóvenes en pleno desasosiego, los encontramos en el famoso barrio de Haight-Ashbury y los únicos en preocuparse por ellos y acudir en su ayuda son los Diggers, una compañía de teatro vanguardista.

Cada día, recuperan enormes cuartos de res de las carnicerías cercanas y cocinan un guiso que reparten gratuitamente. También organizan colectas de ropa que almacenan en un cobertizo donde cada uno puede venir a encontrar algo para ponerse. Finalmente, son un oído atento para esa comunidad desolada y en sufrimiento. No dudan en publicar regularmente comunicados que pegan por la ciudad y de los cuales algunos hielan la sangre:

Pretty little 16-year-old middle class chick comes to the Haight to see what it's all about & gets picked up by a 17-year-old street dealer who spends all day shooting her full of speed again & again, then feeds her 3000 mikes and raffles off her temporarily unemployed body for the biggest Haight Street gang bang since the night before last. The politics & ethics of ecstasy. Rape is as common as bullshit on Haight Street. […] Kids are starving on the Street. Minds & bodies are being maimed as we watch, a scale model of Vietnam. […] Are you aware that Haight Street is just as bad as the squares say it is? 

Una linda chica de clase media de 16 años llega al barrio de Haight para ver de qué va la cosa y la recoge un traficante callejero de 17 años que se pasa el día atiborrándola de speed una y otra vez, antes de hacerla tragar 3.000 mikes (microgramos de LSD, doce veces la dosis de base) y rifar su cuerpo temporalmente inutilizado para el mayor gang bang en Haight Street desde anteanoche. La política y la ética del éxtasis. Las violaciones son tan comunes como la gilipollez en Haight Street. […] Niños se mueren de hambre en la calle. Mentes y cuerpos están siendo mutilados ante nuestros ojos; un Vietnam a escala reducida. […] ¿Sabéis que Haight-Ashbury se ha vuelto tan asqueroso como lo dicen los squares?

Chester Anderson
16 de abril de 1967

Del sueño a la pesadilla, 1967 marca las ilusiones perdidas de los Beautiful People. Haight-Ashbury se ha convertido en un zoo donde se suceden los autobuses turísticos repletos de squares (burgueses) venidos a asistir al espectáculo de esos jóvenes en perdición y donde la fraternidad desapareció ya va tiempo. Ellos que huían de los yugos de su hogar y de un mundo aséptico se veían alcanzados por la sociedad del ocio, convirtiéndose a su pesar en objeto de consumo. El círculo se había cerrado.

En 1966, California y Nevada se convierten en los primeros estados en prohibir la producción, la venta y el uso de LSD. En 1968, una ley federal estadounidense volverá su posesión ilegal en todo Estados Unidos. El final del recreo había sonado. Y, sin embargo, como un último palmo de narices a las autoridades, el verano de 1967 fue decretado Summer of Love.

Después del increíble Monterey Pop Festival los días 16, 17 y 18 de junio, que vera eclosionar a  Janis Joplin y darse a conocer Otis Redding, cientos de miles de jóvenes iban a juntarse en las ciudades más grandes de América, desde el Golden Gate Park de San Francisco, pasando por Los Ángeles, Nueva York, Detroit o Miami, para celebrar el amor en música y bajo ácido.

Peace, Love & Rock'n Roll, y el grupo que triunfa en este año 1968 sí que son los Doors. Desde el éxito del título Light my Fire, salido en single en abril de 1967 y que alcanzará la 1ra plaza del Billboard 100 en julio de 1967, el grupo conoce una ascensión fulgurante. Qué lejos parece el tiempo cuando Jim Morrison y Ray Manzarek, ambos recién graduados de UCLA (University of California Los Angeles), se conocieron en una playa de Venice Beach una tarde de julio de 1965 y decidieron formar, con ese ardor y entusiasmo juvenil, lo que se convertiría en una de las mejores bandas de rock de todos los tiempos, vendiendo por sí sola más de 100 millones de álbumes en todo el mundo. Ese mismo verano, se les unirían el guitarrista Robbie Krieger y el batería John Densmore. La leyenda podía comenzar.

En mayo de 1966, consiguen un contrato en el Whiskey A Go Go, un bar de moda en el famoso Sunset Strip, donde se precipita toda la juventud de Los Ángeles. Son, entre otros, los teloneros del grupo Them, directamente llegado de Belfast, y liderado por el sulfuroso Van Morrison. Los Doors están a buena escuela. Si los comienzos son bastante tímidos, Jim Morrison mostrando dificultades para imponerse ante el público, rápidamente encontrará sus marcas y poco a poco su juego escénico se pone en marcha. Así que cuando entona los versos de su canción The End, agregando, probablemente bajo la influencia del LSD, un:

Father? Yes, son? I want to kill you
Mother? I want to fuck you all night long

Padre. ¿Si hijo? Quiero matarte
Madre, quiero follarte toda la noche

Los echan directamente del bar. ¡Qué importa! En noviembre de 1966, firman un contrato con Elektra Records, para un compromiso sobre siete álbumes.


EL WHISKY A GO GO EN SUNSET STRIP, 1966.

El 4 de enero de 1967, sale entonces su primer álbum, simplemente titulado The Doors. Incluye en particular los títulos Break on Through, Light My Fire y The End con la letra edípica añadida a la grabación. Permanecerá durante casi diez meses en el top 10 de los charts americanos. Apenas unos meses después, el 25 de septiembre de 1967, insisten de nuevo con la salida de su segundo opus, Strange Days. Aunque a la sombra del primer álbum que todavía encabeza las ventas, es todo un éxito.

A finales del verano de 1967, el fotógrafo Joel Brodsky inmortaliza a Jim Morrison posando con el torso desnudo y sus famosos pantalones de cuero, en una serie de fotografías en blanco y negro, titulada “El Joven León”. Erigido ahora como sex-symbol, el frontman de los Doors sale en portada de las revistas. En cuestión de semanas alcanza el estatus de ícono, idolatrado por miles de fanáticos. Siéndole cada vez más difícil soportar la presión de la fama, incrementa entonces drásticamente su consumo de drogas y alcohol.

En diciembre de 1967, es directamente en el escenario, en medio de un concierto, en New Haven, Connecticut, que la policía lo arresta por conducta indecente. Lo nunca visto en el mundo del rock, y algo que contribuirá a forjar su imagen rebelde y añadir al misticismo que le rodea.

En plena actuación, Jim Morrison se para de repente, enciende un cigarrillo y comienza a contarle a una audiencia pasmada un incidente que acababa de ocurrir unas horas antes tras los bastidores. Mientras se encontraba en la zona de las duchas con una chica, un policía los sorprendió y, al no reconocer al líder de los Doors, les pidió que saliesen corriendo. A lo que el cantante le habría contestado “Eat it!“ (¡Que te den!). El policía sacó entonces un espray lacrimógeno antes de advertir: “Last chance!“ (¡Última oportunidad!) y Jim Morrison de replicar: “Last chance to eat it!“ (¡Última oportunidad que te den!) y acabar por hacerse rociar con gas irritante. Obviamente, durante su relato, Morrison aprovechará para burlarse abiertamente del policía en cuestión, hasta llamarlo “cerdito azul”. Los agentes de policía encargados de la seguridad en el lugar ciertamente no tenían el mismo sentido del humor.

Cuando en enero de 1968, los Doors entran al estudio de grabación para producir su tercer álbum Waiting For The Sun, el ambiente deja mucho que desear. Joan Didion, que durante una tarde de primavera pasó dar una vuelta por el Sunset Sound Studios, dará cuenta de esa tensión palpable.

Falta Jim Morrison. Desde ya va algún tiempo, ha cogido la mala costumbre de llegar tarde, la mayoría de las veces en estado de ebriedad cuando no viene completamente colocado. La espera, ella, se hace cada vez más pesada para los otros miembros del grupo. La cosa es que Jim Morrison anda desmotivado y sin inspiración. La grabación del disco tardará casi cinco meses tras un proceso de lo más laborioso. Joan Didion, ella misma, no se quedara para verlo (“I did not see it through”).

El 3 de julio de 1968, Waiting For The Sun por fin sale en las tiendas de disco. Será el único álbum de los Doors en alcanzar el puesto de número 1 durante cuatro semanas consecutivas. El título Hello I Love You que abre el álbum, también encabeza el Billboard y se convierte en la mejor venta del grupo desde el éxito de Light My Fire. Y por primera vez, los Doors aparecen en los charts ingleses, subiendo directamente a la 16ª plaza.

El 5 de julio de 1968 empalman con un concierto mítico en el Hollywood Bowl, el único en haber sido filmado en su totalidad. De teloneros, nada más que los Chambers Brothers y Steppenwolf. Jim Morrison está en forma, la actuación es de calidad. Todo parece ir bien. Es entonces la estupefacción general, cuando anuncia a los demás miembros del grupo su intención de dejar la música para dedicarse exclusivamente a la poesía y la producción cinematográfica.

Decididamente, ese año 1968 se encontraba bajo malos augurios.

 
 

If you look at the whole year as theater, as real acts of tragedy, there’s an almost poetic feeling to it. 1968 was one goddamn thing after another.

Si miráis al año entero como teatro, como verdaderos actos de tragedia, hay un sentimiento casi poético en ello. 1968 fue una maldita cosa tras la otra.

(Lance Morrow, ensayista, en el episodio 8: « 1968 » de la serie documental sobre los Sixties. Cf. Notas a pie del artículo).

En la noche del 30 al 31 de enero de 1968, el Frente Nacional de Liberación de Vietnam del Sur (FNL), también conocido como Viêt Công, aprovechando las festividades del Têt que marcan el paso al Año Nuevo, lanza una ofensiva general en todo el Sur-Vietnam. Unos 80 000 soldados comunistas van a atacar simultáneamente las ciudades más grandes del país, incluida Saigón, la capital del Sur-Vietnam. Apuntan los edificios clave, incluida la nueva embajada americana, aunque considerada inexpugnable. El asombro es total. Americanos y sur-vietnamitas se hacen sorprender por completo, exponiendo por ende el frágil dominio del ejército estadounidense.

La ciudad imperial de Hue, capital histórica de Annam, no será reconquistada hasta el 2 de marzo, a costa de combates encarnizados. Cuenta entre las batallas más sangrientas de la Guerra de Vietnam, con varios miles de civiles ejecutados, yaciendo en medio de una ciudad en ruinas.

Si el Viêt Công termina sufriendo una derrota militar, con la mitad de sus hombres fuera de combate, de los cuales más de 30 000 muertos y miles hechos prisioneros, el éxito político es, él, inequívoco. En efecto, el impacto psicológico de la ofensiva ante la opinión pública estadounidense acabara al final con  la administración Johnson.

Estados Unidos cuenta más de 20 000 muertos en Vietnam a finales de 1967, unos 500 000 soldados movilizados y miles de millones en gastos militares, la píldora sabe entonces de las más amargas. Un cierto malestar comienza a difundirse entre la población estadounidense. O el Gobierno mintió sobre el desarrollo del conflicto, repitiendo ostensiblemente “estamos ganando en Vietnam”, o no tiene ni idea de lo que realmente está pasando allí. Y Walter Conkrite, estrella de CBS News, de resumir el sentimiento general:

It seems now more certain than ever that the bloody experience of Vietnam, is to end in a stalemate.

Ahora parece más seguro que nunca que la sangrienta experiencia de Vietnam terminará en un punto muerto.

(Episodio 4: « The War in Vietnam (1961-1968) » de la serie documental sobre los Sixties. Cf. Notas a pie del artículo).

Ese 27 de febrero de 1968, con esas pocas palabras, el presidente Johnson iba a perder el apoyo de la clase media.

1968 es un año electoral y los opositores a la guerra se buscan un nuevo líder. Como a muchos otros, contactan a Robert Kennedy pero rechaza la propuesta. Entre los allegados del clan Kennedy, se considera que la investidura del Partido Demócrata está en manos del Presidente. LBJ parece imbatible, el turno de Bobby llegaría en 1972. Y es que, postularse contra el actual Presidente procedente de su propio partido sigue siendo un tabú.

Es finalmente Eugene McCarthy, senador de Minnesota, quien asume el papel. Viniendo del ala izquierda del partido, no es considerado en aquel momento como un candidato potencial serio. Johnson no huele el peligro. Sin embargo, con su plataforma « Peace », McCarthy se hace la caja de resonancia de gran parte de la juventud embargados por la frustración e incluso la desesperación ante la situación en Vietnam. Muchos estudiantes van a unirse a él, y además para las necesidades de la campaña y del tradicional puerta a puerta, cortarse el pelo y afeitarse la barba, con el famoso eslogan « Get clean for Gene » (Cuida tu aspecto para Gene).

El 12 de marzo de 1968 llega la primera primaria del Partido Demócrata en New Hampshire. Si McCarthy alcanza aunque fuera el resultado del 30%, podrá por tanto legítimamente proclamar una importante victoria. Obtiene el 42% de los votos.

El golpe es duro para Johnson, que ni siquiera ha hecho campaña, tanto su designación para postular a un segundo mandato le parece obvia. Pero, sumando todos los votos, está por debajo de la barrera de los 50%. Tal desaire ante un candidato casi desconocido por todos hasta hace poco tiempo, decía mucho sobre la vulnerabilidad del Presidente. Dentro del Partido Demócrata todos toman nota del resultado y vuelven a posicionarse. Así, el 16 de marzo de 1968, Robert Kennedy anuncia a su vez su candidatura a la Presidencia de los Estados Unidos.

Ante esta nueva realidad política, y en un contexto de descontento generalizado con la guerra de Vietnam, donde no pasa un día sin que se produzca una manifestación en el país, el presidente Johnson acaba tirando la toalla. En una alocución televisiva el 31 de marzo de 1968, anuncia no "querer" presentarse de nuevo. Es un terremoto político.

El que instará al Congreso a aprobar el Civil Rights Act en 1964, y firmará el año siguiente el Voting Rights Act, al mismo tiempo que iniciaba la implementación de muchos programas sociales como el Medicare, permanecerá sin embargo ligado para siempre al destino de esa guerra, considerado responsable de haber enviado miles de americanos hacerse diezmar al otro lado del mundo. Ya en 1965, Johnson hacía esa terrible confesión:

… a man can fight if he can see daylight down the road somewhere, but they ain’t no daylight in Vietnam. There’s not a bit.

…un hombre puede luchar si más tarde llega a  vislumbrar la luz al final del túnel, pero no hay final del túnel en Vietnam. No hay ni el menor.

(Conversación telefónica con Richard Russell, senador de Georgia, 6 de marzo de 1965. Episodio 4: « The War in Vietnam (1961-1968) » de la serie documental sobre los Sixties. Cf. Notas a pie del artículo).


Ese día, lo pagaría al precio alto.

Es en ese mismo mes de marzo, que Joan Didion acude a la prisión de Alameda, California, para visitar a Huey P. Newton. Podría ser la historia banal de un joven negro arrestado en Estados Unidos, excepto que Newton es uno de los fundadores del Black Panther Party.


HUEY P. NEWTON, ALAMEDA COUNTY JAIL, CALIFORNIA, 1968.

Supongo que fui allí porque me interesaba en la alquimia de los problemas, y un problema, es en lo qué Huey Newton se había convertido mientras tanto. […] En muchos sentidos, era más útil a la revolución detrás los barrotes que en libertad.

El 28 de octubre de 1967, alrededor de las 5 de la mañana, mientras Newton conduce su coche acompañado de un amigo, se hace chequear por John Frey, un oficial de la policía de Oakland. Al reconocer al líder de los Black Panthers, Frey pide refuerzos. Lo que sigue es caótico e incierto. Newton es arrestado y a partir de ahí se habrían disparado a ambos lados. El oficial John Frey recibe cuatro balas y muere en la hora. Tenía 23 años. Su colega Herbert Heanes se encuentra en estado crítico, recibió tres balazos. En cuanto a Huey Newton, lo llevan al Hospital Kaiser de Oakland para tratar un balazo recibido en el estómago. Será encarcelado inmediatamente después. Con tan solo 25 años, se expone a la pena de muerte.

Para esa fecha, el Black Panther Party for Self Defense aún está en su fase inicial. Creado el año anterior, en octubre de 1966, por Huey Newton y Bobby Seale, dos ex estudiantes del Merritt College de Oakland, su línea ideológica se inspira en las figuras más emblemáticas o radicales de la época, en particular el Che y Malcolm X.

A uno tomarán la simbología militar, y al otro la crítica de la elección de la no violencia por los principales líderes de la lucha por los Derechos Civiles. Unos meses antes de su asesinato, el 21 de febrero de 1965, Malcolm X cambió sin embargo de opinión llamando a apoyar cualquier movimiento a favor de la causa de los Negros, promoviendo así la superación del nacionalismo negro y abriendo la posibilidad de alianzas con líderes de movimientos dirigidos por Blancos, lo que resultara muy útil en el momento de defender a Newton.

Los Black Panthers preconizan por tanto la acción directa y sobre todo reivindican la legitimidad de la autodefensa armada, siempre dentro del estricto marco de la legalidad. Newton considera que los Negros son discriminados en parte porque desconocen las leyes y las instituciones sociales que podrían protegerlos, a saber, entre otras cosas, la autorización del porte de armas no disimulado, acorde con la segunda enmienda de la Constitución de los Estados Unidos y la legislación del estado de California todavía en vigor a la época.

Esa idea de que la violencia pueda ser considerada como el vector esencial a cualquier cambio social se ha abierto camino lentamente entre una porción creciente de la joven generación. Los Negros están cansados ​​de llorar a sus muertos y, desde hace ya un tiempo, la doctrina pacifista de Martin Luther King, juzgada ineficaz e incluso peligrosa, ha sido eclipsada a favor de una militancia más radical.

Esa nueva dirección también sigue la línea del Black Power, concepto definido por Stokely Carmichael, elegido en 1966, a la cabeza del SNCC (el Student Nonviolent Coordinating Commitee), una de las organizaciones históricas del movimiento negro. Tras su paso, el SNCC conservara la no violencia sólo en el nombre, Carmichael exhortando a la autonomía política de los Negros y a la necesidad de la conquista del poder, única condición según él a su emancipación.

Presente durante la marcha de Selma en 1965, junto a Martin Luther King, un periodista le cuestiona sobre el uso de la violencia. Esto es lo que dirá:

Well I just don’t see it as a way of life. I never have. But I also realize that no one in this country is asking the white community in the South to be nonviolent. And that, in a sense, it’s giving them a free license to go ahead and shoot us as will.

Bueno, simplemente no lo veo como una forma de vida. Nunca lo he visto. Pero también me doy cuenta de que nadie en este país le está pidiendo a la comunidad blanca del Sur que sea no violenta. Y eso, en cierto sentido, les está dando vía libre para seguir adelante y dispararnos a su antojo.

(Episodio 5: « A Long March to Freedom (1960-1968) » de la serie documental sobre los Sixties. Cf. Notas a pie del artículo).

En Oakland, las relaciones entre la policía y los habitantes de los barrios negros se han deteriorado desde ya va tiempo. Entre hostigamientos y palizas diarias injustificadas, la población sufre la ira de un racismo endémico e institucional, menos espectacular que en el Sur pero igual de devastador.

Los Black Panthers deciden por tanto recorrer la ciudad en coche para observar el buen desarrollo de las distintas detenciones o arrestos, tal una patrulla de vigilanti, lista para intervenir en caso de abuso de la policía. Siempre a buena distancia pero claramente visibles, las armas a la mano, se quieren una fuerza de disuasión. Una afrenta a las autoridades, que sin esperar desenvainan entonces la ley Mulford, aprobada en julio de 1967, que prohíbe el porte de armas cargadas en el espacio público del estado de California.

De hecho, obligados a abandonar las patrullas armadas, los Black Panthers van a reorientar su acción con la implementación de múltiples programas sociales que encontrarán un eco considerable en la población.

Fundan por ejemplo el Oakland Community School, una escuela gratuita que brinda una enseñanza de calidad a casi 150 niños de los barrios pobres. Abren dispensarios gratuitos, para facilitar el acceso de la comunidad negra a tratamientos médicos, o incluso reparten desayunos también gratuitos a los niños más pobres. Son así más de 20 000 desayunos que serán servidos cada semana en 19 ciudades del país, la solidaridad siendo su palabra clave.

Partido de izquierdas, los Black Panthers se conciben desde el principio como un movimiento anticapitalista e internacionalista. Así para ellos, la lucha por la emancipación de los Negros no se inscribe en una lucha racial sino bien en una lucha de clases. Además será una de las primeras organizaciones negras en identificarse con el comunismo en el país. No hacía falta más para estar en el punto de mira de un tal Edgar Hoover, quien más que nada, teme la llegada de un nuevo « Mesías », y no dudará en calificar ese reparto de desayunos de peligro para la nación.

A partir de entonces, se iba a hacer todo lo posible para desacreditar el movimiento. Infiltraciones, desinformación, detenciones masivas o asesinatos encubiertos, las horas sombrías del COINTELPRO (programa de contrainteligencia) iban a sonar.

Y sin embargo, basta detenerse un momento en el programa de 10 puntos elaborado por Newton y Seale, una especie de manifiesto del partido, para darse cuenta de que no había nada realmente revolucionario en él. Además se refiere a la Constitución de los Estados Unidos y la Declaración de Independencia. Mejor acceso a la vivienda, al empleo, a la educación, fin de los linchamientos y de las brutalidades policiales, justicia justa, reivindicaciones que hoy parecen ser obvias. Porque si en el Sur luchan por los Derechos Civiles, en el Norte manifiestan sobre todo por el derecho al trabajo y a la dignidad. Una profunda ira se incuba en los guetos de los cuales el barrio de Watts todavía conserva los estigmas.

Como muchos otros, Newton forma parte de los hijos de la Segunda Gran Migración Afroamericana instalados alrededor de la Bahía de San Francisco. Con su Executive Order 8802, firmado el 25 de junio de 1941, el presidente Franklin Delano Roosevelt prohibía la discriminación racial en la industria de la defensa. Un soplo de aire fresco y una oportunidad que aprovecharán más de 5 millones de Negros americanos, dispuestos a dejarlo todo con la esperanza de una vida mejor. Destino el Noreste, el Medio Oeste, pero también la Costa Oeste de los Estados Unidos, a ciudades como Oakland, Phoenix, Portland o Seattle, que gozan entonces de muchos puestos de trabajo en la industria militar.

Sin embargo, la acogida no será de las más calurosas, como lo demuestra la práctica discriminatoria del « redlining », consistiendo en impedir que determinadas minorías, incluidos los afroamericanos, alquilen o compren viviendas en ciertos barrios. Así, en Los Ángeles, es la mayor parte de la ciudad que les está tácitamente prohibida. Dos de los pocos barrios donde los Negros pueden instalarse son Compton y Watts. Una segregación que no lleva el nombre pero sí todas sus formas. Y a esto va a venir a sumarse una miríada de injusticias.

A viviendas similares, los alquileres siguen siendo mucho más altos para los Negros que para los Blancos, con edificios en su mayoría insalubres y dañados. En cuanto a la educación, aquí también lamentablemente la falta de medios se hace sentir. Dos tercios de los habitantes del barrio de Watts no han terminado el instituto y una octava parte son analfabetos, mientras que, al mismo tiempo, la discriminación en el empleo todavía se aplica fuera de la industria de la defensa. Los precios de consumo también siguen siendo más altos para los Negros, los comercios dirigidos por los Blancos teniendo la costumbre de mal pagar a los empleados Negros mientras mantienen precios de venta muy altos, volviendo, de facto, muchos productos inaccesibles. Y si finalmente contabilizamos las incesantes brutalidades policiales  – entre 1963 y 1965, 65 habitantes del barrio son asesinados por la policía, de los cuales 27 en la espalda y 25 desarmados – tenemos ahí todos los ingredientes de un polvorín social.

La noche del 11 de agosto de 1965, Marquette Frye, un joven negro de 21 años, es arrestado al volante del automóvil de su madre, tras dar positivo al someterse a una prueba de alcoholemia. El oficial de policía en cargo, Lee Minikus, procede entonces a su detención por conducir en estado de embriaguez y llama a un equipo de refuerzo para incautarse del vehículo. Es entonces cuando el hermano de Marquette, Ronald Frye, también presente, va a buscar a su madre, Rena Price, quien llega minutos después al lugar de los hechos. El tono sube frente a una multitud de transeúntes y policías cada vez más importante. Entre empujones, gritos, golpes, los policías se encuentran rápidamente desbordados de modo que intentan montar a Ronald Frye en una patrulla a la fuerza. Los testigos de la escena avisan entonces a otros habitantes del barrio. Un policía habría asimismo golpeado a una mujer embarazada, acuden ahora en masa.

El resultado: seis días de disturbios, donde del 11 al 17 de agosto de 1965, el barrio entero se transforma en un verdadero campo de batalla. El jefe de policía William H. Parker no dudando en hacer intervenir al ejército y establecer una zona de toque de queda de 100 km². Al final, más de 15 000 hombres de las fuerzas del orden serán movilizados. El balance alcanza 34 muertos, unos 1000 heridos y cerca de 3500 detenidos. Los guetos arden, muchos edificios y vehículos siendo incendiados al grito de Burn Baby Burn (arde, bebé, arde). Tres años más tarde, escucharíamos resonar esas mismas palabras a la muerte de Martin Luther King. Esta vez la insurrección afectaría a todo el país.

Por ahora, la preocupación de los Black Panthers será hacer todo lo posible para transformar a Huey Newton en preso político. El desafío para el partido siendo lograr a imponerse como una voz contestataria legítima y inscribirse duraderamente en el movimiento radical de la izquierda californiana.

La tarea se anuncia difícil. Cuando arrestan a Newton, el partido apenas si cuenta los pocos miembros que forman su organigrama. A saber, el presidente Bobby Seale, el ministro de Defensa Huey P. Newton, el portavoz y ministro de Información Eldridge Cleaver, o la secretaria a las Comunicaciones Kathleen Cleaver.

Esa ex novata del SNCC, ocupaba un puesto de secretaria en la división de Nueva York, conoce perfectamente los engranajes y la mecánica organizativa de un movimiento a gran escala. Ella, que se une a los Black Panthers en 1967 y se casa con Eldridge Cleaver en diciembre del mismo año, estará por tanto a cargo de la campaña con miras a la liberación de Huey Newton. Alianzas iban a resultar más que necesarias, por un lado para ampliar la base del partido y por otro, para disponer de una estructura operacional capaz de orquestar la campaña.

Un primer acercamiento será realizado con el nuevo partido californiano Peace and Freedom. Ese partido político a mayoría blanca, milita en particular por los derechos de la mujer, combate firmemente la guerra de Vietnam y desea un apoyo más marcado del gobierno al movimiento por los Derechos Civiles, del que juzga la política y las medidas adoptadas, demasiadas lentas y poco eficaces.

En enero de 1968, son más de 100 000 militantes que están afiliados al partido, clasificando así a Peace and Freedom para las elecciones de noviembre de 1968. Una alianza con los Black Panthers significaba un acceso privilegiado al voto negro de la Bahía de San Francisco. En cuanto a los Blacks Panthers, eso les permitía difundir su mensaje más allá de la comunidad negra, haciendo de Huey Newton el héroe-mártir de toda la izquierda radical. Newton iba a ser juzgado por un jurado principalmente compuesto de Blancos, frente a un juez blanco y abogados blancos, por lo que era fundamental insistir sobre el carácter racial del juicio, apoyándose en un máximo de seguidores, más aún, blancos y muy activos.

El golpe maestro no se hará de esperar. Con motivo del cumpleaños de Huey Newton, el 17 de febrero de 1968, se organizan dos galas, una en Oakland y otra al día siguiente en Los Ángeles, bajo la égida comuna de los Black Panthers y del partido Peace and Freedom. Reuniendo a casi 5000 manifestantes en apoyo a Huey Newton, el eslogan « Free Huey! » (« ¡Liberad a Huey! »)  se convierte en el grito de adhesión de la protesta, lo imprimirán ahora en chapas y camisetas.

El evento también está marcado por el anuncio de una colaboración con el SNCC, la oportunidad para Stockely Carmichael de tomar la palabra. La toma es importante, Carmichael siendo considerado como uno de los activistas negros más famosos del mundo. Los ejecutivos del SNCC son además designados a puestos claves en la organización. Stockely Carmichael ocupa así el cargo de primer ministro de Honor y H. Rap ​​Brown el de ministro de Justicia. Sin embargo, la unión apenas dura un tiempo, antes de distorsionarse unos meses después, chocando con la intransigencia del nacionalismo negro propugnado por el SNCC, que veía así con muy malos ojos la alianza con los blancos del partido Peace and Freedom. Pero en esta mitad de febrero, el golpe mediático es él muy real. Por tanto, los Black Panthers no se iban a detener ahí.

Todos los días, se llevan a cabo manifestaciones frente al tribunal de Alameda, convirtiendo al palacio de justicia en el punto de mira de los activistas, los simpatizantes, la policía y los medios de comunicación. Estos últimos disfrutaran al máximo. Los Black Panthers atraen. Con su corte afro, su boina, sus gafas de sol y su chaqueta de cuero negra, tienen un look que desentona y muy buen aspecto. Todo el mundo se los arranca, prensa escrita y televisión, los artículos acerca de ellos hacen que la gente compre.

El partido también se va a asegurar de la presencia regular de varios de sus miembros y simpatizantes en la galería pública de la sala de audiencia. El objetivo siendo, por un lado, de mostrarle a Newton que los Black Panthers no lo abandonaban, de mantener una presión constante sobre el jurado y, por otro lado, de sugerir a los Blancos que el movimiento era mucho más poderoso de lo que podían imaginarse, las personas presentes en la sala de audiencia solo formando en teoría la parte emergida del iceberg. La revolución estaba en marcha.

Esa estrategia no estará exenta de consecuencias para los miembros del partido. A medida que crecen las protestas, se intensifica la represión policial contra los Black Panthers. A los ojos del FBI, la campaña para liberar a Huey Newton solo confirma la necesidad de neutralizar a la organización. Bobby Seale es así arrestado en su casa, acusado de conspiración con miras a cometer un asesinato.

Los Cleaver, que viven en un apartamento en Oak Street, están ellos continuamente vigilados por el FBI. Sospechados de ocultar armas, se realizan regularmente registros en su domicilio. La ebullición es pues palpable cuando Joan Didion viene a visitarlos a finales de febrero. Ese mismo día, Eldridge Cleaver publica Soul On Ice (Alma encadenada). En el libro, repasa su pasado de criminal y relata su experiencia en la prisión de Folsom, en California.

Detenido a los 18 años por tráfico de marihuana, será condenado de nuevo en 1958, esta vez por violación, agresión e intento de asesinato. El pasaje donde explica cómo concebía la violación como un acto de inspiración política causará gran revuelo. Además admite haber atacado inicialmente a mujeres negras en el gueto, para “entrenarse”, antes de seguir y lanzarse en una serie de violaciones de mujeres blancas. La prisión habiéndolo transformado, dirá renunciar inequívoco a la práctica de la violación y a su justificación insurreccional.

El éxito del libro es en todo caso inmediato. Se venden cientos de miles de copias, catapultando a Eldridge Cleaver, y con mayor razón a los Black Panthers, en primer plano de la escena internacional. Contra todo pronóstico, Eldridge Cleaver se convierte incluso en el aval de la izquierda intelectual. Excarcelado en 1966 en libertad condicional, la vigilancia de Cleaver supuestamente no terminaría hasta 1971. Los Sixties tenían eso de magnifico que todo el mundo parecía creer poder reinventarse. La presencia del interventor judicial en casa de los Cleaver en el momento de la visita de Joan Didion muestra que no era exactamente el caso.

KATHLEEN Y ELDRIDGE CLEAVER, ALGER 1969.

Huey Newton se había convertido en el símbolo de la lucha afroamericana contra el poder blanco. Prueba de esa repentina notoriedad, las entrevistas se empalman para el cofundador de los Blacks Panthers. Joan Didion no era por tanto la única en mostrar interés por él. Durante su entrevista, un locutor de radio y un periodista del Los Angeles Times también se encuentran presentes. El propio Eldridge Cleaver se juntara a ellos.

Héroe político obliga, todos desean un semblante de palabra divina. Se necesitaban declaraciones para satisfacer a la prensa y a los militantes. Así podíamos escuchar a Huey Newton citando a James Baldwin: “To be Black in America is to live in a constant state of rage.” (Ser Negro [y consciente] en Estados Unidos es estar en un constante estado de rabia.) Nadie podía imaginarse entonces que unas semanas más tarde, Martin Luther King sería asesinado, con un tiro en la garganta, mientras tomaba el aire en el balcón de su motel en Memphis, Tennessee. Otra vez el acto de odio de un segregacionista.

La respuesta no iba a tardar. Disturbios estallaron en más de cien ciudades estadounidenses. Washington, Chicago, Detroit, Boston, Nueva York, por nombrar algunas. Incapaces de contener su ira e indignación, el dolor de los Negros se iba a expresar en violentas destrucciones. Los guetos ardieron de nuevo. En Washington, la tensión era tal que metralletas fueron colocadas en los escalones del Capitolio. Al cabo de tres semanas de asonada, ya se contabilizaban cerca de 20 000 detenciones.

Sobre la tumba de Martin Luther King está grabado este epitafio extraído de un viejo negro-espiritual, la música sagrada de los esclavos negros:

Free at last, Free at last
Thank God Almighty, I’m free at last

Libre al fin, Libre al fin
Gracias a Dios Todopoderoso, Soy libre al fin

Había cantado esas mismas palabras al final de su increíble discurso "I Have a Dream" en 1963. Lamentablemente, ese 4 de abril de 1968, la muerte todavía parecía ser la única liberación posible para los Negros de América.

En represalias, Eldridge Cleaver decide arremeter contra la policía. Según él, para mantenerse a la vanguardia, los Black Panthers se deben de reaccionar con firmeza. Habla entonces de su proyecto a miembros del partido de Oakland. Los más mayores se niegan todos, para ellos es un suicidio. Pero los más jóvenes no tienen el mismo parecer. Así, el 6 de abril de 1968, Eldridge Cleaver y otros 14 Black Panthers tienden una emboscada a una patrulla de policía de Oakland. Entre ellos, Bobby Hutton, el tesorero del partido. Los Black Panthers van armados con escopetas y M-16, esos fusiles de asalto utilizados por el ejército estadounidense. La policía, que recibe tiros, los acorrala entonces en una casa. Atrincherados en el sótano, este prende fuego tras un disparo de granada lacrimógena. Para no quemarse vivos, los Black Panthers deciden rendirse. Bobby Hutton sale el primero con las manos en alto. Lo disparan en el acto. Solo tenía 17 años. Cleaver si que le aconsejó desvestirse por completo, pero recatado, Hutton guardó sus pantalones puestos. Durante el enfrentamiento, dos policías serán heridos, el propio Cleaver resultara lesionado. Tras ese fiasco, y para evitar la cárcel, Eldridge Cleaver huye a Cuba, antes de terminar por exiliarse en Argelia en 1969.

A la guerra le importa poco lo que pasa en el país y sigue causando estragos. 1968 será el año más mortífero del lado americano, con la pérdida de cerca de 17 000 hombres. Casi tanto que el número de muertos contabilizado desde el inicio del conflicto hasta finales de 1967. Eso dice mucho de la intensidad de los enfrentamientos que ocurren cada día.

Desde su sofá, los americanos observan asustados a las bolsas mortuorias de los soldados apilarse. Los bombardeos masivos se extienden desde hace tiempo ya a Laos, y luego Camboya, supuestas bases de retaguardia del Viêt Công. En la televisión, « los testimonios se multiplicaban sobre las condiciones de detenciones en las cárceles sur-vietnamitas, las torturas que sufrían los presos en presencia de asesores estadounidenses, algunos de los cuales participaban directamente en las sesiones. Relatos de masacres de civiles en aldeas venían a sumarse a las imágenes de los bombardeos diarios que sufría Hanói.[5] »

La organización estudiantil de izquierdas, Students for a Democratic Society (SDS), formada a inicios de la década de 1960 en un contexto de carrera armamentista nuclear, se había convertido en una de las principales voces de oposición a la guerra de Vietnam en la esfera estudiantil. Sus preocupaciones eran variadas y cubrían temas que iban desde la justicia económica y social hasta la lucha por los Derechos Civiles, desde el desmantelamiento de los monopolios privados hasta la promoción de la democracia participativa.

Presente en más de 50 campus a través el país y orgullosa de unos 100 000 miembros, organiza primero los « 10 Días de la Resistencia » (Ten Days of Resistance). Sit-ins, “teach-ins” (conferencias breves sobre temas de actualidad), asambleas y marchas de protesta se suceden en las universidades americanas. El 26 de abril, son cerca de un millón de estudiantes que se declaran en huelga en todo el país. Lo nunca visto.

En el campus de Columbia, los acontecimientos toman un giro más militante. El 23 de abril, los estudiantes se encierran dentro de los edificios universitarios, yendo incluso hasta tomar como rehén, durante 24 horas, al rector de la universidad, Henry S. Coleman. ¿Sus quejas? Por un lado, la asociación de la universidad con el IDA (the Institute for Defense Analyses), un think-tank de estrechos vínculos con el Pentágono, y que dedica su investigación al armamento de guerra. Y por otro lado, el proyecto de construcción de un gimnasio entre Harlem y Morningside Heights, susceptible de inducir de hecho a una segregación no deseada en la comunidad.

El 30 de abril, después de ocho días de ocupación, los estudiantes serán desalojados a la fuerza tras la intervención de la Policía Departamental de Nueva York, el NYPD. No obstante, la universidad luego aceptara desvincularse del IDA y abandonar su proyecto de gimnasio, demostrando a los estudiantes que sus acciones podían conducir al cambio. Columbia se convertía entonces en el símbolo de la revuelta estudiantil.

La sociedad civil no se quedaba atrás. El 27 de abril, cientos de miles de personas marcharán en 17 ciudades del país para protestar contra la guerra de Vietnam y, en algunos casos, contra el racismo. En Nueva York, más de 100 000 manifestantes se reúnen así en el Sheep Meadow de Central Park.

En Berkeley, los estudiantes ya ni siquiera se esconden. Una ceremonia, llamada “Vietnam Commencement” se lleva a cabo en el campus el 27 de mayo, en la cual estudiantes y miembros de la facultad firman un juramento donde explican negarse a participar en la guerra y luego proclaman abiertamente frente a la asamblea:

Our war in Vietnam is unjust and immoral. As long as the United States is involved in this war I will not serve in the armed forces.

Nuestra guerra en Vietnam es injusta e inmoral. Mientras Estados Unidos esté involucrado en esta guerra, no serviré en las fuerzas armadas.

(Archivos de la Universidad de California, Berkeley. Cf. Notas a pie del artículo).

Se contabilizaran unos 900 signatarios. Ronald Reagan, entonces gobernador de California, calificara a esa ceremonia de indecente, al borde de la obscenidad. Aunque legal, esa asamblea era para él más que despreciable. La ironía queriendo que sostenga el hecho que la única razón que impedía esos manifestantes de ser culpables de traición era la falta de declaración de guerra oficial de Estados Unidos contra Vietnam del Norte.

El clima era tal que se volvía ahora evidente para todos los responsables políticos en liza a las presidenciales que había que poner término a esa guerra. Toda la cuestión seguía saber cómo. Mientras tanto, la campaña electoral iba a imponerse de nuevo.

Robert Kennedy ganaba sucesivamente las primarias en Indiana y Nebraska, antes de sufrir un neto revés en Oregón contra McCarthy, el 28 de mayo. Para mantener sus posibilidades y obtener su tíquet para la convención demócrata del mes de agosto en Chicago, le hacía falta adjudicarse absolutamente la primaria de California. Tras unos cuantos sustos será cosa hecha el 4 de junio y con una amplia victoria del 46%. El clan Kennedy podía volver a sonreír y miles de jóvenes con él. Bobby Kennedy seguía siendo todavía para muchos la única esperanza creíble a un verdadero cambio político. Tras su discurso de victoria el 5 de junio a la mañana en el Ambassador Hotel de Los Ángeles, y cuando se disponía a celebrar el resultado de la primaria, recibe varios disparos en un corredor del hotel, ubicado detrás de las cocinas. Muere al día siguiente a la 1h44 de la mañana, en el Good Samaritan Hospital, a los 42 años.

Esta vez ya bastaba. Hasta Elvis se pone a componer su « protest song » con el título If I Can Dream, grabado en los estudios de la NBC en junio de 1968 para su Comeback Special de Navidad. Y una pregunta que atormentaba a América: ¿En qué se estaba convirtiendo?

Desgraciadamente le esperaban más sorpresas al país. Llegó el mes de agosto y la hora de los nombramientos a las presidenciales. No esperando nada de los republicanos, los estudiantes del SDS, pronto reunidos con el Mobe (the National Mobilization Committee to End the War in Vietnam) y los Yippies del Youth International Party, decidieron viajar a Chicago para hacer oír su voz y presionar a los demócratas durante la convención nacional del partido que tenía que celebrarse del 26 al 29 de agosto. La idea: hacer inclinar la balanza a favor de un candidato francamente anti-guerra.

Todas las solicitudes de autorización para manifestar fueron rechazadas por el alcalde de Chicago, Richard J. Daley, uno de los jefes del Partido Demócrata. Y, sin embargo, sabía perfectamente que miles de jóvenes iban aún y todo a hacer el viaje. El domingo 25 de agosto, víspera del inicio oficial de la convención, unas 10 000 personas se encuentran así queriendo acampar en el Lincoln Park. Si el ambiente resulta primero festivo, entre baile, música y sesiones de yoga improvisadas, ayudado por los un tanto atrevidos yippies que mezclando happening y política, no dudarán en aparecer con su propio candidato, un cerdo de 90 kilos llamado Pigasus, la tensión iba a aumentar rápidamente en las inmediaciones del parque.

Daley, queriendo hacer cumplir "la ley y el orden" en Chicago, palabras que podría haber arrancado de la boca de Nixon, recién investido por su partido durante la convención republicana, el 5 de agosto en Miami, Florida, acababa de poner su ciudad en casi estado de sitio. Para ello, recurrió ni más ni menos, a 12 000 policías, 5600 hombres de la Guardia Nacional de Illinois y 5000 soldados llegados directamente desde la base militar de Fort Hood en Texas. El Anfiteatro Internacional donde debía llevarse a cabo la convención parecía una verdadera fortaleza cercada con alambre de púas. Un toque de queda a las once de la noche en los parques de la ciudad había sido además instaurado, obligando a los manifestantes a evacuar el lugar. Cada noche, serán desalojados con más violencia a golpe de porras y gas lacrimógeno.

Pronto esas escenas de violencia reflejarían la atmósfera dentro del hall de la convención. El Partido Demócrata estaba en crisis. A falta de un liderazgo indiscutible tras el abandono de Johnson y estremecido por la muerte de Robert Kennedy, la convención iba a exponer a los ojos de todos, los desacuerdos imposibles de resguardar que oponían a los delegados de corrientes políticos en las antípodas los unos de los otros, entre liberales del Norte y conservadores del Sur. La unión solo pudiendo hacerse en un camino de cresta, los debates en torno a la guerra de Vietnam y la elección del próximo candidato demócrata acabarán de envenenar las mentes.

George McGovern, senador de Dakota del Sur, entró en la participación. Del lado de los opositores a la guerra había un espacio libre y Robert Kennedy disponía de muchos delegados que se iban a dividir ahora entre McGovern y McCarthy. El vicepresidente Hubert H. Humphrey también había presentado su candidatura. Apoyado por Johnson, podía contar con el respaldo de los barones del partido que controlaban suficientes delegados para hacer caso omiso del proceso de las primarias y la sanción del voto popular, lo que evidentemente irritará a más de uno.

Invectivas, gritos y empujones marcaron los debates. El senador de Connecticut, Abraham A. Ribicoff, incluso yendo hasta declarar que con McGovern como presidente, no se habrían encontrado con tácticas dignas de la Gestapo en las calles de Chicago. El alcalde Richard J. Daley levantó el puño, se podían ahora escuchar insultos venir de todas partes. Dan Rather, periodista reputado que cubría la convención para CBS, fue violentamente agarrado por los agentes de la seguridad cuando intentaba entrevistar a los delegados. El espectáculo era lamentable.

Afuera, los manifestantes se habían reunido frente al Grant Park, junto al hotel Conrad Hilton, donde se hospedaban la mayoría de los delegados, incluidos Humphrey y McCarthy, cuando sucedió lo impensable. Durante casi veinte minutos, las fuerzas del orden literalmente desatadas, comenzaron a moler a palos, sin límites algunos, a todas las personas presentes en el lugar. La gente gritaba. Algunos, ensangrentados, se hacían arrastrar por los pies hasta los furgones de policía en un caos más total.

There were pools of blood on Michigan Avenue.

Había charcos de sangre en Michigan Avenue

(Gloria Steinem, periodista, en el episodio 8: « 1968 » de la serie documental sobre los Sixties. Cf. Notas a pie del artículo).

Los americanos asistieron a ese linchamiento en directo desde sus televisores. Una verdadera escena de carnicería. La multitud enojada entonaba: “The whole world’s watching!” (« ¡Todo el mundo os está mirando! ») Más tarde esa noche, es finalmente el vicepresidente Humphrey quien fue investido candidato en nombre del partido. Las sonrisas eran solo de fachada, cualquier ilusión de unidad en el seno de la familia política acababa de hacerse pedazos. Los demócratas ya no parecían estar en capacidad de tranquilizar la nación. El contraste con la convención republicana, que se desarrolló en un ambiente de lo más cordial, marcado por un claro entusiasmo, era mordaz. 

El 5 de noviembre de 1968, los americanos optaron por lo visto a favor de un apaciguamiento. Richard Nixon gana las elecciones presidenciales y es elegido 37º presidente de los Estados Unidos. No obstante podemos saludar el desempeño de Humphrey, quien solo pierde por una diferencia de menos de 50 000 votos, en lo que seguirá siendo una de las elecciones más reñidas en la historia americana.

Cuando por una mañana del mes de noviembre, Joan Didion se encamina al San Francisco State College, todavía no sabe que se afrontará a la huelga estudiantil más larga en un campus estadounidense en la historia del país. Ella, que se perdió a Berkeley y Columbia, había prometido asistir a la revolución en curso en San Francisco. Saldrá de ahí simplemente decepcionada, desconcertada por las escenas de "desorden" cuyos protagonistas parecían  cada uno desempeñar un papel en lo que se asemejaba más a una "comedia musical" que a un proceso serio y pensado.

Todo comenzó el 1ro de noviembre de 1968 con la suspensión de George Mason Murray, estudiante de posgrado en el departamento de inglés y ministro de Educación del Black Panther Party. Contratado a tiempo parcial como profesor en ese mismo departamento, tenía a cargo de impartir cursos de introducción al inglés a las minorías estudiantiles admitidas en la universidad bajo un programa especial. Tras comentarios considerados mordaces que habría hecho, la junta directiva del establecimiento iba a forzar su destitución.

Así, durante un mitin en el Fresno State College (California), habría supuestamente declarado: "Somos esclavos, y la única forma de volvernos libres es matar a todos los amos de esclavos". En el San Francisco State College, habría esta vez aconsejado a los estudiantes negros traer armas de fuego al campus con el fin de protegerse de los administradores blancos y racistas.

El incidente será el detonante de múltiples enfrentamientos en el interior de la propia universidad. La suspensión de Murray al ser considerada como racista y autoritaria, reflejaba según los estudiantes los desvíos mismos de la sociedad estadounidense. El 6 de noviembre iban pues a iniciar una huelga que duraría cerca de cinco meses. A la maniobra, los estudiantes negros del Black Student Union, los miembros del Third World Liberation (Frente de Liberación del Tercer Mundo) una coalición de las diversas organizaciones que representan a cada minoría y los simpatizantes por mayoría blanca del SDS (Students for a Democratic Society).

Frente a ellos, el rector de la universidad, S.I. Hayakawa, se mostraría inflexible. De acuerdo con la junta directiva y el gobernador de California, Ronald Reagan, autoriza múltiples redadas en el seno del propio campus para restablecer el orden. Porras en puño, cientos de estudiantes serán así detenidos, no sin antes haber salido perjudicados.

Las peticiones principales de los estudiantes giran en torno a la inclusión racial. Los estudiantes negros desean más visibilidad, tanto al nivel del número de alumnos admitidos provenientes de las diferentes minorías como el de los profesores de color reclutados. Por otro lado, quieren que el propio programa académico esté acorde con sus preguntas y preocupaciones del momento y así poder ofrecer una respuesta a la problemática de su lugar en la sociedad estadounidense. Estaban deseosos de aprender sobre su historia y cultura para adquirir las herramientas que podrían transmitir de vuelta a su comunidad respectiva.

Si el ambiente parece por lo menos festivo, un optimismo de circunstancia apoderándose de las tropas, sólo los activistas negros podían ser considerados "serios" según Joan Didion. Muy crítica hacia los estudiantes blancos del SDS, observa entonces con placer los elementos discursivos de esos jóvenes burgueses creyéndose de repente guerrilleros. En efecto, durante la década de 1960, unos cincuenta países logran la independencia.[6] Un viento de libertad sopla sobre el mundo y la palabra "revolución" se escapa de todos los labios.

Y no era entonces la única en pensar que los militantes del SDS se componían al final de meros jóvenes blancos privilegiados provenientes de suburbios acomodados cuyos padres, quizás a su pesar, continuaban dificultando la liberación y el desarrollo de las diversas comunidades que, sin embargo, defendían ardientemente. Y ahí radica toda la paradoja.

Los años sesenta constituyen lo que se puede llamar la edad de oro del idealismo en la historia de la juventud americana. Nunca tantos chicos de la clase media habrán tenido el tiempo, la energía y el dinero para expresar sus opiniones. Sus padres habiendo insistido sobre la importancia misma de la educación en su desarrollo futuro, comenzarán a cuestionar si lo que aprendían en las instituciones de educación superior tenía cualquier pertinencia con su vida, con sus valores y si el país iba en la dirección correcta. La universidad siendo un microcosmos de la sociedad, gran parte de los estudiantes así como algunos profesores se dejaron llevar por esa fantasía llena de esperanza de la revolución en el campus que de alguna manera cambiaría esa sociedad que consideraban rígida y opresiva.

El 20 de marzo de 1969, terminó la huelga. Follón y buen humor habrán tenido a pesar de todo el mérito de obtener la creación de un departamento único dedicado a los Black Studies, un campo de investigación interdisciplinario agrupando al estudio histórico, sociológico, político y cultural de la experiencia de las personas negras y garantizando la entrega de un Bachelor of Arts (B.A.) el equivalente a una licenciatura en Ciencias Sociales y Humanidades. Otro avance mayor, el establecimiento de una School of Ethnic Studies, la primera del estilo en una universidad estadounidense. Por fin, se reconocía el derecho de las minorías a acceder al conocimiento y a una enseñanza de calidad sobre la realidad de la vida de su comunidad.

Apenas tres meses más tarde, esos mismos estudiantes del SDS celebraran su último congreso nacional en el Coliseo de Chicago. Del 18 al 22 de junio de 1969, unos 2000 afiliados reunidos sellarían el fin de una de las mayores organizaciones estudiantiles de todo el país. Presa de disputas ideológicas y luchas intestinas por el poder, una facción más de izquierdas, The Revolutionary Youth Movement (el Movimiento de Juventud Revolucionario) iba pues a acapararse el mando de la organización estudiantil. Un verdadero atraco para algunos, una evidencia para otros.

Muchos hacían el balance que las manifestaciones pacíficas, las peticiones, los sit-ins, no conducían a ninguna parte. La guerra seguía regurgitando cadáveres a punta pala. Del lado estadounidense, llegaban a poco menos de 12 000 solo en el año 1969, es decir 49 000 muertos en total hasta ahí. Pero del lado vietnamita, el horror alcanzaba las cúspides. Esa guerra habrá costado la vida de aproximadamente dos millones de personas. Algo de lo que perder la razón. En empatía con el pueblo vietnamita, una franja más militante del SDS no aceptaba que el gobierno estadounidense pudiese seguir bombardeando y ametrallando pueblos y aldeas a pesar de sus numerosas protestas y más aún en su nombre. Se volvieron entonces convencidos de la necesidad de la violencia como prerrequisito a cualquier cambio. Para ellos se trataba de traer la guerra de vuelta al país con el fin de concienciar, la inacción ante tal tragedia siendo considerada como violencia pasiva. Su ambición: derrocar al gobierno “imperialista” estadounidense, luchar contra el capitalismo y trabajar en la elaboración de una sociedad más humana y globalmente comunista.

Se harán llamar en adelante The Weathermen, inspirados por la letra de la canción Subterranean Homesick Blues de Bob Dylan: “You don't need a weatherman to know which way the wind blows” (No hace falta el hombre del tiempo para saber en qué dirección sopla el viento).[7] En otras palabras, todos podían ver que una revolución mundial era inminente y obviamente querían formar parte de ella. Pasando a la clandestinidad, pronto iban a fomentar ataques con bomba en todo el país.

Pero por ahora, el verano sigue su curso y el entusiasmo es casi general. Se acerca la fecha de la misión Apolo 11, con ese objetivo completamente loco de ver a los primeros Hombres intentar plantarse en la Luna. El 16 de julio de 1969, multitudes enteras van a apiñarse alrededor del Centro Espacial Kennedy (el John F. Kennedy Space Center – KSC) ubicado en la isla Merritt Island de Florida para asistir al lanzamiento de Saturno V, un mastodonte de más de 3000 toneladas.

Compuesto de tres cohetes, apilados  los unos sobre los otros y en la planta superior de una nave espacial con los tres hombres de la misión a bordo, Saturno V es capaz de colocar 118 toneladas en órbita terrestre baja (hasta 2000 km de la Tierra), y una carga útil de 47 toneladas a la Luna, es decir, el peso acumulado del módulo lunar y del módulo de mando y servicio (CSM – Command and Service Module). Porque así es como se iban a pasar las cosas.

Llegados en órbita lunar, sólo el módulo lunar bautizado "Eagle" (Águila) iba a descender sobre la superficie del satélite natural. A bordo de ese vehículo espacial utilizado para desembarcar a los astronautas a la Luna se encontraran el comandante de la misión, Neil Armstrong, de 38 años, y el piloto del módulo lunar, Edwin “Buzz” Aldrin, de 39 años. El tercer astronauta, Michael Collins, de 38 años, piloto del CSM, permanecería en cuanto a él a bordo del CSM y en órbita lunar durante todo el estacionamiento de sus dos colegas en la Luna.

Una vez alcanzados los objetivos de la misión, Armstrong y Aldrin tendrán que despegar de la Luna y realizar una maniobra de encuentro con Collins. La tripulación al completo, el módulo lunar podrá entonces ser abandonado, el módulo de servicio siendo el encargado de asegurar el viaje de regreso. Llegados en las inmediaciones de la Tierra, el módulo de servicio sería a su vez largado, la tripulación efectuando los últimos kilómetros a bordo del tercer vehículo espacial, el módulo de mando, que hasta entonces estaba pues agrupado al módulo de servicio con el cual formaba el CSM.

La proeza técnica y humana de la misión resulta sin comparación. América, como gran parte del mundo, contiene el aliento. En el lugar del lanzamiento se cuentan cerca de un millón de espectadores y en la tribuna oficial es toda la flor y nata de la política que se amontona en primera fila. El vicepresidente Spiro Agnew, el ex presidente Lyndon B. Johnson y su esposa Lady Bird Johnson, el Jefe de Estado Mayor del ejército estadounidense, el general William Westmoreland, así como miembros del gabinete, gobernadores de estado, alcaldes, embajadores y varios miembros del Congreso. Sin olvidar los equipos de radio y televisión presentes a millares, el evento debiendo ser retransmitido en directo en más de treinta países. Nadie quería perderse ese momento histórico. El momento en el que tres jóvenes estadounidenses iban a emprender un viaje de los más increíbles a unos 400.000 kilómetros de la Tierra.

Cuatro días más tarde, el 20 de julio a las 21h56 hora de Houston (21 de julio a las 3h56 de la mañana hora de Madrid), Neil Armstrong se convierte en el primer Hombre en pisar la Luna. La tripulación regresará sana y salva según el escenario previsto. El éxito de la misión Apolo 11 venía a concretar ocho años de esfuerzos y abría en el futuro todos los campos del posible. ¿El precio a pagar? Más de 25 mil millones de dólares para la totalidad del programa. Pero de ahora en adelante la superioridad de la potencia estadounidense era incontestable.

Y sin embargo, una amenaza sorda y latente ya se diseminaba en el país. « Ocurrían cosas extrañas en la ciudad. Había rumores. Había historias. » (“There were odd things going on around town. There were rumors. There were stories.”)

En la noche del 8 al 9 de agosto de 1969, el bad trip degenera en carnicería. Charles Manson y su pandilla de psicópatas empezaban su periplo sangriento.

Hacia la medianoche, extraños entraron en el 10 050 Cielo Drive. La villa fue construida en los años 1940 para Michèle Morgan, entonces bajo contrato con la RKO. Un remanso de paz en las colinas de Benedict Canyon. Cary Grant, Henry Fonda y George Chakiris vivieron allí. Desde febrero, Roman Polanski y Sharon Tate la alquilan 1000 dólares al mes. Después de subirse al poste frente a la propiedad para seccionar los cables de teléfono, los intrusos escalan para abrir el portón. En el camino de la entrada, un coche se acerca: el conductor [Steven Parent, 18 años] muere de cuatro balas. Acababa de visitar al conserje [William Garettson] que no ha oído nada y no oirá nada: en su bungaló, está escuchando música. Sharon Tate [26 años] (embarazada de nueve meses) la laceran con dieciséis puñaladas en el hígado, el corazón y los pulmones. También masacran los amigos con los que pasaba la noche: Jay Sebring [peluquero de celebridades, 36 años] (siete puñaladas, una bala en la cabeza, castrado), el guionista Wojciech Frykowski [33 años] (cincuenta y una puñaladas, dos balas) y su compañera, la heredera Abigail Folger [26 años] (veintiocho puñaladas). Antes de huir, uno de los asesinos ha escrito en la puerta la palabra pig (puerco), con la sangre de Sharon.[8]

Durante toda la masacre, Linda Kasabian, de 20 años, se encuentra afuera frente a la casa a cargo de hacer guardia. Nueva recluta de la "Familia", apareció en el Spahn Ranch un mes antes. Manson, como gurú majareta, ha establecido allí su comunidad. En realidad, una banda de perdidos que pasa su tiempo colocándose a base de bencedrina y ácido, un medio como otro de lavar el cerebro de esas jóvenes, en su mayoría de buena familia, que veían en Manson la encarnación de Cristo. . Así que cuando ese último vaticina la llegada inminente de una guerra apocalíptica entre Blancos y Negros, apodada "Helter Skelter", nadie se hace preguntas. Los Negros saldrían victoriosos, pero incapaces de arreglárselas solos, llamarían al "bondadoso" Manson para que los guiara. Tal inepcia habría hecho que más de uno se atragantara, pero cualquier apariencia de racionalidad parecía haberse desvanecido de esos muchachos hacía ya tiempo.

Queriendo precipitar la realización de esa profecía, pedirá a algunos de los miembros de su culto ir a cometer asesinatos en los barrios ricos de Los Ángeles para luego hacerles acusar a los Negros, explicando así las inscripciones utilizando la sangre de las víctimas para hacer pensar en los Black Panthers.

¿Pero de dónde había sacado semejante idea? De los Beatles en persona, a quienes compara con los cuatro caballeros del apocalipsis. ¡Ni más ni menos! En noviembre de 1968 salía The White Album, un doble álbum de treinta canciones originales con la portada totalmente blanca y sin título. 9º álbum de la formación rock británica, el disco había sido concebido en gran parte en la India, durante una estancia del grupo en el ashram de Maharishi Mahesh Yogi, donde habían viajado a principios de año para realizar un retiro y aprender los rudimentos de la meditación trascendental. Ya el principio del fin para los cuatro compinches cuyo desacuerdo no sigue de crecer. La presencia de Yoko Ono en el estudio de grabación no hará más que avivar las tensiones. Por eso, cada uno compone, arregla, canta en su rincón, a menudo sin prestar apenas atención a lo que hacen los demás. Una mezcla de títulos a veces desconcertante de cuatro artistas en la cima de su arte, que firmarán así su mejor venta de álbum en Estados Unidos, con más de veinte millones de copias vendidas y que se mantendrá nueve semanas encabezando a los charts.

En el disco aparece el título Helter Skelter, compuesto por Paul McCartney. Manson entendía esas palabras en el sentido de caos y confusión, cuando en Gran Bretaña el término se refiere a una atracción de feria, una especie de tobogán en espiral. Pero en su delirio extravagante, estaba convencido de que los Beatles le enviaban un mensaje personal. Su obsesión por el grupo nació en la cárcel, él que ya había pasado allí más de la mitad de su vida, condenado por diversos delitos que iban desde el hurto hasta agresiones sexuales pasando por proxenetismo. En 1967, a los 33 años y por fin libre, sueña con una carrera similar y busca pues abrirse camino en el mundo de la música.

Equipado con una guitarra, primero mendiga cerca de Berkeley en San Francisco, donde poco a poco reúne a sus primeros discípulos, antes de aventurarse en los suburbios de Los Ángeles. En la primavera de 1968, Dennis Wilson, batería de los Beach Boys, coge en autostop a dos chicas y se las lleva por unas horas a su casa de Pacific Palisades. Al día siguiente, cuando regresa de una noche pasada en el estudio, será a su gran sorpresa recibido por Manson en la entrada privada de su domicilio. En el interior doce miembros de la “Familia” ya se están instalando. Ese número iba a duplicarse en los próximos meses. Wilson propone entonces cubrir sus gastos. Canta y habla de música con Manson e incluso va hasta pagarle sesiones en el estudio de grabación, aprovechando mientras tanto los "servicios" ofrecidos por las jóvenes en el lugar.

De esa amistad inesperada con Wilson encontramos la huella en el álbum 20/20 de los Beach Boys, lanzado el 10 de febrero de 1969 por Capitol Records. Encima figura el título Never Learn Not to Love. Salido en diciembre de 1968 como cara B del single Bluebirds over the Mountain, fue compuesto en el principio por el propio Charles Manson bajo el nombre Cease to Exist. Los Beach Boys iban a guardar la melodía pero cambiarían casi toda la letra, lo que enfureció a Manson, especialmente porque ningún crédito le será atribuido. Sin embargo, había aceptado una suma de dinero y una motocicleta a cambio de sus derechos. Eso no le impedirá amenazar con asesinar a Dennis Wilson y su familia.

Previamente a ese incidente, Manson y sus acólitos ocuparán su casa algún tiempo más, antes de que Wilson, inquilino, se mude y que el propietario termine por desahuciarlos. Estamos entonces en agosto de 1968, y la "Familia" encuentra refugio en el Spahn Ranch.

Ubicado en las inmediaciones de Chatsworth en el San Fernando Valley al noroeste de Los Ángeles, ese antiguo rancho de cine, cuyos paisajes eran utilizados para rodar películas del Oeste, domina así Topanga Canyon. La cosa es que el wéstern ya no está de moda y los equipos de rodaje han hecho las maletas ya va tiempo. Ese lugar, desierto y en ruinas, era por lo tanto el paradero perfecto para una banda de hippies deseando vivir en comunidad.

El propietario del predio, George Spahn, un anciano casi ciego de 80 años, sobrevivía con los escasos ingresos que le proporcionaba una actividad de alquiler de caballos y de la cual se iban a ocupar ahora Manson y sus adeptos a cambio de un alojamiento gratuito. A instancias de Manson, las chicas le harán a menudo visitas más que amistosas, seguramente otra parte del trato.

No era raro toparse con esos individuos por ciertas esquinas de Los Ángeles hurgando las basuras par encontrar algo de comida, tanto que en el vecindario ya se les apodaba los Garbage People. A falta de dinero, tomaron la costumbre de meterse furtivamente por la noche en residencias privadas, precisamente cuando los ocupantes estaban durmiendo. Cogían todo lo que les podía servir y se marchaban sin hacer ruido. Robos y otras actividades criminales aseguraban entonces sus medios de subsistencia.

Manson tenía un comportamiento cada vez más errático, frustrado que su carrera musical no despegue. Terry Melcher, un productor discográfico conocido a través de Dennis Wilson, se negaba a firmarle un contrato y eso le sacaba de casillas. Intentará acosarlo hasta su casa en varias ocasiones, pero Melcher ya se había ido de ahí, una residencia situada en el 10 050 Cielo Drive.

Después de la noche trágica del 8 al 9 de agosto, Manson juzgando que el trabajo había sido una “chapuza”, ordenará a sus tropas recomenzar una nueva matanza la noche siguiente. Se detendrán esta vez por el barrio Los Feliz en Los Ángeles y elegirán como blanco a la casa de Rosemary y Leno LaBianca en el 3301 Waverly Drive. Él, de 44 años, era ejecutivo en un supermercado, y su esposa, de 38 años, era dueña de una tienda especializada en la venta de vestidos.

El 10 de agosto a primeras horas de la mañana, es una nueva escena de carnicería que dejarán atrás sus agresores. Leno, que andaba dormido en el sofá cuando los intrusos entraron en la casa, será asesinado en el salón. Su cuerpo ensangrentado yacía en el suelo, acostado boca arriba, sus dos manos habían sido atadas en la espalda con un cordel de cuero. Un cojín y una funda de almohada le cubrían el rostro. Recibió doce puñaladas al nivel del estómago y la garganta y catorce incisiones causadas con un tenedor con el cual uno de esos trastornados escribirá la palabra “WAR” (guerra) en su abdomen. Su sangre iba ser utilizada para redactar las inscripciones death to pigs (muerte a los cerdos) y rise (levántate) en una pared. En el frigo de la cocina se distinguiría la palabra Healter Skelter mal escrita.

En cuanto a Rosemary, que se encontraba en el dormitorio matrimonial, su cadáver yacía boca abajo en medio de un enorme charco de sangre. Su cabeza cubierta con una funda de almohada y el cable eléctrico de una lámpara alrededor del cuello, fue apuñalada cuarenta y una veces.

Si aún faltaba demostrar el carácter sociópata de esos asesinos que acababan de cometer una nueva atrocidad, se puede señalar que sin el menor remordimiento, no dudarán en pararse a tomar un tentempié vaciando la nevera, en divertirse con el perro de la pareja recién asesinada o incluso en tomarse una ducha antes de regresar tranquilamente al Spahn Ranch haciendo dedo.

En esa mañana de domingo, América se despertaría con una terrible resaca. Esa serie de asesinatos marcaban definitivamente el fin de la contracultura de los años 60. Toda pizca de inocencia acababa de evaporarse bajo el calor californiano.

Linda Kasabian recibirá la inmunidad a cambio de su testimonio de cargo abrumador durante un juicio que se revelara en aquella época uno de los más largos y costosos en la historia judicial estadounidense. Presente en el auto que conducía a sus compañeros hasta la residencia de los LaBianca, por cierto al igual que Manson, se irá después de que ese último diese las instrucciones y no asistirá por tanto a esa segunda matanza. Dos días después, embarazada de su segundo hijo y con su pequeña de un año en brazos, se escaparía del Spahn Ranch para regresar a New Hampshire donde vivía su madre y donde había pasado gran parte de su infancia.

El juicio iba a abrirse el 24 de julio de 1970 en Los Ángeles y Joan Didion terminaría comprándole un vestido que pudiese llevar en la audiencia. La cosa más común del mundo, pero en circunstancias totalmente extrañas.

De aquellos años, Joan Didion tendrá una parrilla de lectura peculiar. “Todas las conexiones eran igualmente significativas e igualmente insensatas.” (“All connections were equally meaningful, and equally senseless.”)

Al abrir el libro de Bertrand Tessier sobre la vida de Steve McQueen, nos enteramos de que Jay Sebring era su mejor amigo, “el eterno cómplice de sus salidas, siempre dispuesto a hacer locuras.[9]“  Pero también su "candyman". Lo abastece especialmente de marihuana y cocaína.

El 7 de agosto pasa a ver McQueen y cortarle las puntas en su villa de Brentwood, otro barrio chic de Los Ángeles. Se planea una cena al día siguiente con Sharon Tate y unos amigos suyos en El Coyote, un restaurante mexicano por Beverly en el West Hollywood. Después acabaran la noche en casa de Sharon. Lógicamente Sebring invita a su amigo a juntarse a ellos, lo que se apresura a aceptar.

Al otro día, McQueen le pregunta a su esposa Neile Adams si desea acompañarlo, pero ella prefiere quedarse en casa. Así que se va solo y se monta en su Triumph a horcajadas reunirse con sus amigos. En el camino, se cruza con la sonrisa de una chica hermosa. Nunca llegará a destino. Su infidelidad le acababa de salvar la vida.

Apenas una semana después, como un paréntesis y en señal de despedida, 400 000 jóvenes convergerán hacia el Este, rumbo al Woodstock Music & Art Fair. En realidad, en el último momento y tras muchas peripecias con la población y las autoridades locales, el festival se celebraría en White Lake, en la ciudad de Bethel, condado de Sullivan, en el estado de Nueva York, a 169 kilómetros al oeste de la ciudad de Nueva York. Pero la leyenda mantendría el nombre original de Woodstock, que se encuentra ella al norte de Nueva York, ya que figuraba en la promoción del evento durante meses.

Varios anuncios habían sido publicados en la prensa alternativa para presentar esa Aquarian Exposition, tres días de paz y música. Los organizadores contaban con un máximo de 150 000 personas planeando en grande. Al fin y al cabo, el Festival de Monterey en 1967, había acogido a 28 000 personas al día, pronosticaban el doble y tal estimación ya parecía más que optimista. Con base en esas cifras, el pueblo de Bethel daría su permiso y se llegó a un acuerdo con Max Yasgur, un granjero local dueño de una lechería, para ocupar sus campos.

El entorno bucólico y montañoso lo convertía en el lugar perfecto. Pero no quedaba más que un mes entonces para montar el escenario y colocar los alambrados de delimitación. Una labor titánica los esperaba. Las cientos de personas que trabajaban en el sitio se esforzaran día y noche, pero el día D se acercaba y hubo que tomar una decisión. Prioridad fue dada al escenario, más tarde se las apañarían para recaudar las entradas. 7 dólares el día, 13 dólares para dos días o 18 dólares para los tres días. El punto de equilibrio se estimaba en 2 millones de dólares, prueba del dinero invertido hasta la hora.

Más vale anunciarlo de inmediato, el festival será un desastre financiero. Apenas el primer día, ya aparecen  250 000 a 300 000 jóvenes. Una verdadera marea humana. Filas de espera de coches se forman por varios kilómetros, bloqueando el tráfico en la única carretera que conecta Nueva York con Bethel.

Las tomas aéreas son impresionantes. Un montón incesante de automóviles, en las vías, los arcenes, las calles y los campos alrededores. No hay lugar donde aparcar. Y, sin embargo, nadie se pone de los nervios. Una alegría irradia los rostros, los Aquarius se han encontrado al fin.

Woodstock tiene aspectos de peregrinaje para esos jóvenes ávidos de respuestas a sus preguntas sobre la vida, el mundo y el molde en el cual se les quería introducir. En 1965, uno de cada dos estadounidenses tiene menos de 25 años y mientras que la escalada en Vietnam les afectaba directamente, se sentirán completamente ignorados. En su mayoría en edad de irse a la guerra pero no de votar, ninguna expresión ni representación política les será permitida en el Congreso. Así que es en la música donde esos niños baby-boom encontrarán un poco de consuelo.

Y cuál fue su sorpresa al darse cuenta de que eran miles en padecer el mismo malestar ante el dictado del establishment. Ya no estaban solos, aislados en su familia o en su pequeño pueblo de campo. Cada recién llegado en la Highway 17 siente así la misma admiración ante la multitud. Detrás de cada puerta se esconde un nuevo amigo, un nuevo hermano, una nueva hermana y con ello, la esperanza que llena los corazones. La letra de Youngbloods resuena en todas las cabezas, la aventura podía comenzar.

Come on, people now
Smile on your brother
Everybody get together
Try to love one another right now

Vamos, gente ahora
Sonreídle a vuestro hermano
Juntaros todos
Tratad de amaros unos a otros ahora mismo

Desde el escenario situado más abajo, apenas se distingue el horizonte de la gente que hay. Rápidamente queda evidente que es imposible controlar a esa multitud para comprobar quién dispone realmente o no de una entrada. Los alambrados mal clavados en el suelo son más un peligro que otra cosa. Directamente deciden quitarlos y liberar el paso. De ahora en adelante Woodstock sería un concierto gratuito. Los festivaleros aplauden. La bancarrota asegurada para los organizadores que, sin embargo, mantienen la sonrisa, conscientes de vivir un momento único e increíble.

Los monstruosos atascos de tráfico vuelven imposible el transporte de los artistas y sus instrumentos por vía terrestre. Ya con mucho retraso en la programación, se le pide a Richie Havens que abra el festival. Y eso que su bajista todavía no ha llegado. Tras dos horas de concierto y después de su majestuoso Handsome Johnny, improvisa Freedom. La multitud está conquistada, todo el mundo vibra en sintonía. Un buen augurio para el futuro.

En el cielo, un baile continuo de helicópteros viene a dejar a los diferentes grupos. Las actuaciones se suceden y el ambiente es de los más serenos. Ese primer día folk acaba con Joan Baez. Embarazada, su esposo David Harris, un Draft Resistant de primera hora, se encuentra encarcelado por rechazo de incorporación al ejército. El símbolo es aún más fuerte para todos esos jóvenes que acarrean con un nudo en el estómago desde los 17 años, aterrorizados a la idea de tener que marcharse a Vietnam.

Al caer la noche, con su voz cautivadora, celebra con Joe Hill el legado de las luchas de los oprimidos en América antes de tararear a capella Swing Low Sweet Chariot, canción compuesta por Wallace Willis, un antiguo esclavo indio. 300 000 personas la escuchan en silencio. El campo iluminado hasta donde alcanza la vista por los mecheros y las velas parece estar invadido de luciérnagas. El espectáculo es asombroso. Ante la multitud presente, lo mejor es aún que cada uno duerma en su sitio el tiempo de recuperar fuerzas.

El segundo día sería rock’n roll. En el programa: Creedence Clearwater Revival, Grateful Dead, Canned Heat, Janis Joplin, The Who. Es decir las mejores bandas del momento. No es de extrañar ver entonces acudir 100 000 personas más al lugar del festival. 400 000 personas acampan ahora en los campos de Max Yasgur, una ciudad por sí sola.

Aquel sábado 16 de agosto de 1969, para calentar motores, la mañana empieza con Country Joe McDonald y su Fish Cheer / I-Feel-Like-I'm-Fixing-To-Die-Rag, literalmente "Tengo la sensación de estar a punto de morir”. Verdadero himno contra la Guerra de Vietnam, la letra elocuente refleja el sentimiento de toda una generación. De repente, la multitud se despierta y repite el estribillo a voz en grito.

And it’s 1, 2, 3 what are we fighting for?
Don't ask me I don't give a damn,
The next stop is Vietnam,
And it’s 5, 6, 7 open up the Pearly Gates,
Well there ain't no time to wonder why,
WHOOPEE we're all gonna die

Y uno, dos, tres ¿Por qué estamos luchando?
No me preguntéis, me importa un carajo,
La siguiente parada es Vietnam,
Y cinco, seis, siete abran las puertas del Cielo,
No hay tiempo para preguntarse por qué,
¡Yippie! ¡Vamos a morir todos!

Cuando no asisten al concierto, los Aquarius deambulan por los distintos puestos que jalonan el sitio. Comida, artesanía, venta de marihuana y ácido, un oasis al alcance de la mano. Sesiones de yoga son improvisadas. Otros prefieren bañarse en el río cercano.

La Hog Farm, una comuna dirigida por Hugh Romney alias Wavy Gravy, ha sido contratada para garantizar la seguridad. Acostumbrados a los happenings en gran público, saben cómo manejar una multitud. Se vino a buscar así su pericia. Un poco más adentro en el bosque, van a instalar pues sus tiendas de campaña, una cocina e incluso montar un escenario alternativo. Designada como Please Force por antagonismo con una fuerza de policía, es con buen humor, benevolencia y hablando cortésmente a la gente que supervisan los festivaleros. Su palabra clave: ayuda mutua.

Aparentemente el ácido que circula es de mala calidad. Se hacen anuncios desde el escenario principal para advertir a la audiencia. Obviamente, cada uno siendo libre de experimentar, solo se formulan precauciones de uso y ante la gran cantidad de personas, los bad trip son inevitables. Dirigen entonces los indispuestos hacia Freak Out Tents el tiempo que se calmen y recuperen el sentido. Luego, esos últimos se encargan a su vez de tranquilizar otro enfermo y así sucesivamente.

En el recorrido, también se encuentra un punto de información donde los festivaleros pueden dejar mensajes para sus amigos o familiares perdidos entre la multitud. Los más urgentes se leen en el escenario entre cada actuación porque al fin y al cabo el micrófono abierto es la única fuente de información para todos esos jóvenes que por sí solos forman un amontonamiento comparable a las ciudades americanas de tamaño medio.

Esa estadística conlleva su lote de molestias. Muy rápidamente, el número de pacientes se acumula y los diagnósticos se suceden. Neumonías, fracturas, golpes de calor, dolores de cabeza, alergias, apendicitis, otitis, faringitis, gastroenteritis… La carpa médica se queda a falta de medicamentos. Nadie esperaba tal afluencia.

Con el tráfico bloqueado, los puestos de comida no pueden reabastecerse y pronto se vacían. Los festivaleros no tienen nada más para comer. La situación se está volviendo crítica. Los titulares de la prensa hablan de desastre. Nelson Aldrich Rockefeller, gobernador del estado de Nueva York, amenaza con enviar a la Guardia Nacional. Los padres llaman entonces en pánico.

Los Aquarius escuchan de repente el estruendo de un helicóptero del ejército. Todos se miran con ansiedad. Desde el escenario se apresuran a anunciar: “¡Están con nosotros, no están contra nosotros, vienen a ayudarnos! A su bordo, 45 médicos que se han desplazado como voluntario.

Al escuchar la noticia, los pueblos de White Lake y Bethel mostrarán una generosidad increíble. Todos vacían sus armarios y comparten lo que les queda en la despensa. Transportan los productos por vía aérea y la Hog Farm se encarga luego de cocinar y distribuir los platos.

Los lugareños, gratamente sorprendidos por el buen trato de esos “jóvenes hippies”, que en el pueblo hicieron cola durante horas frente a las tiendas aún abastecidas y pagaron un dineral los productos sin protestar, se pusieron al tanto. Ofrecían así otra cara de América, donde la inteligencia, la humanidad, la ayuda mutua y la compasión permitían superar los desacuerdos y afrontar juntos los desafíos del momento. Después de todo, esos niños podrían haber sido los suyos. Ese gesto de cariño simbolizaba por sí solo los valores de Woodstock.

El sábado a la noche, los conciertos se suceden hasta la madrugada. Cuando los Jefferson Airplane entran en escena, la mayoría de los festivaleros ya están quemando los últimos cartuchos y suavemente se unen a los brazos de Morfeo. La Hog Farm ofrece luego un breakfast in bed. Nada muy gourmet pero suficiente para llenar el estómago. Un bol de avena con miel y leche en polvo, mezclado con algunas nueces y pasas.

Es Joe Cocker quien inicia la sesión del domingo. Recordaremos su magnífica interpretación del título With A Little Help From My Friends. Cuando termina su set, una nube negra se cierne sobre el valle. En el espacio de unos minutos, una terrible tormenta cae sobre la multitud. Protegen los equipos como pueden. El sitio se convierte en un verdadero campo de lodo, la prensa habla entonces de "zona siniestrada". Algunos, habiendo recobrado su alma de niño, empiezan a jugar y tirarse al suelo. Muchos, en cambio, toman ya el camino de regreso.

Los más valientes serán recompensados con el primer concierto de Crosby, Stills, Nash & Young que abren el baile con Suite Judy Blue Eyes. The Band y Ten Years After también encienden al público. Al día siguiente, Jimi Hendrix hace retumbar el Star-Spangled Banner, el himno nacional estadounidense, en la guitarra eléctrica. Los sonidos distorsionados recuerdan a las bombas y los misiles aplastando a Vietnam del Norte. Los festivaleros se quedan pasmados.

Ya el final de un fin de semana épico para esos Aquarius que regresan tranquilamente a casa. La vuelta a la realidad iba a ser brutal. Durante tres días, esos jóvenes vivieron la utopía de una vida alternativa sin violencia y sin conflicto. Lo nunca visto en cualquier ciudad de Estados Unidos de ese tamaño. Woodstock era suyo, su lugar, un condensado de todo lo que defendían y los valores por los cuales sentían apego.

I’m a farmer. I don’t know how to speak to twenty people at one time, let alone a crowd like this. But I think you people have proven something to the world. Not only to town of Bethel, or Sullivan County, or New York State, you’ve proven something to the world. The important thing that you’ve proven to the world is that half a million kids… and I call you kids, because I have children that are older than you are… a half a million young people  can get together and have three days of fun and music, and have nothing but fun and music. And I God bless you for it.

Soy agricultor. No sé cómo hablar a veinte personas a la vez, y mucho menos a una multitud como esta. Pero creo que ustedes le han demostrado algo al mundo. No solo a la ciudad de Bethel, al condado de Sullivan o al estado de Nueva York, le han demostrado algo al mundo. Lo importante que le han demostrado al mundo es que medio millón de niños… y los llamo niños, porque tengo hijos que son mayores que ustedes… medio millón de jóvenes se pueden juntar y pasar tres días de diversión y música, y no tener nada más que diversión y música. Y Dios los bendiga por ello.

Max Yasgur

En noviembre de 1969, Joan Didion ve los primeros reportajes sobre My Lai desde el Royal Hawaiian Hotel en Honululu. El horror aparece en portada de las revistas. El 16 de marzo de 1968, soldados de la Compañía Charlie, 1er Batallón del 20º Regimiento de Infantería del ejército americano, la mayoría de ellos con apenas 20 años y bajo las órdenes del Teniente William Calley, van a ejecutar fríamente a más de 500 civiles. Estamos tras las postrimerías de la ofensiva del Têt y ya han perdido una veintena de hombres.

El pueblo de My Lai está situado en la provincia de Quang Ngai, a unos 150 kilómetros al sur de la base aérea de Da Nang. Circula una nota de que los comunistas del FNL habrían tomado el control de la aldea. La Compañía Charlie es por lo tanto enviada en una misión de búsqueda y destrucción.

En el pueblo, pasadas las primeras horas de la madrugada, todo el mundo se ocupa en preparar el desayuno. No hay ningún combatiente a la vista, sólo ancianos, mujeres, niños y bebés. El Teniente Calley, sin embargo, ordena a sus hombres que reúnan a los aldeanos en las cunetas y abran fuego. Algunas mujeres son violadas en grupo y sus cuerpos mutilados. Mientras que un niño pequeño de dos o tres años, protegido por una madre, consigue extraerse de los cuerpos, y se escapa llorando en pánico, Calley no dudara en alcanzarlo y dispararle en la espalada una bala en la cabeza. Incendian las chozas, el pueblo simplemente es arrasado.

La noticia de la masacre suscita la indignación internacional y hace constar irremediablemente el desastre moral de la intervención estadounidense en Vietnam.

El 1ro de diciembre de 1969 se pone en marcha una Draft Lottery, primera vez desde 1942 y la Segunda Guerra Mundial. Sortean las fechas de nacimiento de los chicos nacidos entre el 1ro de enero de 1944 y el 31 de diciembre de 1950. Se trataba de determinar el orden de los reclutas para el año 1970. Transmitida en directo, los jóvenes estadounidenses escrutan entonces los televisores totalmente angustiados. ¿“Ganarían” el billete directo al atolladero vietnamita? En la tierra del show-business, el cinismo era rey. Muchos eran todavía los que no volverían con vida.

Como lo señala Jean-Marc Bel, con respecto a esa época, y al leer este ensayo, uno no puede evitar pensar en la entrada de George Hanson interpretado por Jack Nicholson en la película Easy Rider: "Sabes, este era antes un país tremendo. No entiendo lo qué salió mal.” (“You know, this used to be a hell of a good country. I can’t understand what’s gone wrong with it.”) Y Joan Didion de concluir: “Escribir todavía no me ha ayudado a percibir lo que todo esto significa”. (“Writing has not yet helped me to see what it means.”)

En septiembre de 1968, Huey P. Newton es declarado culpable de homicidio voluntario y sentenciado a una pena de 2 a 15 años de prisión. El 29 de mayo de 1970, el tribunal de apelación de California anula la condena y ordena un nuevo juicio. Siguen otros dos juicios con un jurado indeciso, que causan de facto su anulación. Todos los cargos contra Newton serán finalmente abandonados. De Mesías adorado en prisión, acaba su vida una vez libre en mafioso paranoico.

Eldridge Cleaver regresa a Estados Unidos en 1975 y contra todo pronóstico se une al Partido Republicano.

El 20 de marzo de 1969, mientras termina la huelga en el San Francisco State College, en la otra punta del país, Abbie Hoffman, Jerry Rubin, David Dellinger, Tom Hayden, Rennie Davis, John Froines, Lee Weiner y Bobby Seale son inculpados ​​por un gran jurado acusados de conspiración e incitación al motín durante las manifestaciones que tuvieron lugar cerca de la convención demócrata en agosto de 1968 en Chicago.

En la prensa los apodan ahora los "Chicago 8". La nueva administración Nixon quiere dar un puñetazo sobre la mesa y John Mitchell, el recién nombrado ministro de Justicia, iba a darse el gusto de encarnar la ley y el orden. Seis de los ocho acusados ​​no son otros que los líderes de las principales organizaciones de izquierda. Abbie Hoffman y Jerry Rubin están a la cabeza del Youth International Party, Tom Hayden y Rennie Davis presiden los Students for a Democratic Society, David Dellinger dirige la Mobilization to End the War in Vietnam y Bobby Seale es el otro fundador de los Black Panthers. Encerrarlos entre rejas ofrecía al gobierno la oportunidad de acallar cualquier oposición.

Para ello Mitchell se va a apoyar en el "Anti-Riot Act", a veces también llamada "Rap Brown Law", que criminaliza el hecho de desplazarse entre estados con la intención de incitar a la violencia y por tanto de promover o participar en un motín. La pena máxima es de diez años de prisión. Esa ley había sido impuesta por los "Dixiecrates" en el Congreso para limitar la libertad de expresión de los activistas negros defensores de los Derechos Civiles. Equipara así la protesta política con la violencia organizada. Regalo envenenado de la tercera parte del Civil Rights Act, dedicada a abolir cualquier forma de discriminación en materia de venta, alquiler o financiación de viviendas, fue firmada el 11 de abril de 1968 por el ex presidente Lyndon B. Johnson. Martin Luther King acababa de ser asesinado una semana antes y disturbios estallaban en todo el país.

Todos los acusados ​​están representados por William Kunstler y Leonard Weinglass del Centro para los Derechos Constitucionales, a excepción de Bobby Seale, cuyo abogado es Charles Garry, el mismo que acababa de proceder en el juicio de Huey P. Newton. En septiembre de 1969, momento de la apertura del juicio de los "Chicago 8", Charles Garry se encuentra en el hospital de Oakland sometiéndose a una colecistectomía (extirpación de la vesícula biliar). En la audiencia, Bobby Seale no dispone entonces de representación legal y no puede defenderse, él que no obstante sólo estuvo presente durante la convención el tiempo de pronunciar un discurso y se fue enseguida. Acusado injustamente del asesinato de un policía en Connecticut, es el único en encontrarse en prisión mientras el juicio.

El juez Julius Hoffman, al borde de la senilidad y al comportamiento más que desconcertante, no dejara expresarse a Bobby Seale. Cada vez que se mencionaba su nombre durante la audiencia, ese último no fallaba en llamarle la atención al juez para recordarle el hecho que estaba en la incapacidad de defenderse y que ello constituía una violación de sus derechos constitucionales. El juez Hoffman parecía negarse a entender que los otros dos abogados presentes no lo representaban y por tanto no podían intervenir. Después de varios desacatos al tribunal, Seale, disgustado, lo llamara perro fascista, cerdo y racista. Luego, en una escena surrealista, el juez lo hará amordazar, sus pies y manos esposados con una cadena atada a su silla. En la sala del tribunal se instala un silencio pesante. Todos se dan cuenta de la monstruosidad del gesto. El malestar es tal que hasta la Fiscalía aboga que se excluya del juicio a Bobby Seale. El juez Hoffman acaba aceptando y declara la anulación del juicio para Seale. Sin embargo, recibirá cuatro años de prisión por dieciséis desacatos al tribunal, cada desacato equivaliendo a tres meses de prisión.

Abbie Hoffman, Jerry Rubin, David Dellinger, Tom Hayden y Rennie Davis declarados culpables de incitación al motín serán condenados cada uno a cinco años de prisión. Una investigación interna del Departamento de Justicia bajo la anterior administración había puesto sin embargo en evidencia que las violencias habían sido instigadas por la policía de Chicago, pero el juez Hoffman juzgara el testimonio improcedente. El veredicto sería revocado en apelación.

El 4 de diciembre de 1969, el FBI y la policía de Chicago orquestan la ejecución de Fred Hampton, presidente de los Black Panthers de Illinois, en su casa en medio de la noche. Nueve personas se encuentran entonces durmiendo en el apartamento situado en el West Side de Chicago. Por la noche, Bill O'Neal, un informante del FBI, cuidó de drogar a Hampton. A las 4:45 de la mañana, con el pretexto de buscar armas ilegales, las fuerzas del orden van a tomar por asalto la residencia y literalmente ametrallar todas las paredes del apartamento durante quince minutos. Unos cien disparos por parte de la policía contra un solo disparo de los Black Panthers. Fred Hampton, que recibe varios balazos, muere con tan solo 21 años. Mark Clark, ministro de Defensa de la sección de Peoria (Illinois) también sucumbe a sus heridas. Tenía 22 años.

Los otros supervivientes, incluida Deborah Johnson, la pareja de Fred Hampton embarazada de ocho meses y medio en el momento de los hechos, serán arrestados encarándose a numerosos cargos falsos, entre los cuales el de intento de asesinato. El COINTELPRO había golpeado de nuevo.

¿El crimen de Fred Hampton cuya gentileza era reconocida por todos? Ser un magnífico orador cuyo talento galvanizaba e inspiraba a las multitudes.

You can murder a liberator,
but you can’t murder liberation!

You can murder a revolutionary,
but you can’t murder a revolution!

You can murder a freedom fighter,
but you can’t murder freedom!

 

Podéis asesinar a un liberador,
¡Pero no podéis asesinar a la liberación!

Podéis asesinar a un revolucionario,
¡Pero no podéis asesinar a una revolución!

Podéis asesinar a un combatiente por la libertad,
¡Pero no podéis asesinar a la libertad!

En represalias y más decididos que nunca, los Weathermen se vuelven "terroristas". Declaran el estado de guerra contra Estados Unidos. Entre los miembros más notorios de la organización contamos con Bernardine Dohrn, abogada y ex secretaria nacional del SDS, y Mark Rudd, ese antiguo boy scout, líder de la revuelta estudiantil en la universidad de Columbia en 1968. El asesinato de Fred Hampton exponía según ellos la verdadera naturaleza del poder estatal estadounidense, dispuesto a matar si necesario y en su propio suelo a cualquiera se atreviera a desafiarlo. Para combatir mejor esa política oficial conocida como represión sistemática, la clandestinidad les parece entonces la solución selecta. El SDS está oficialmente liquidado y los ataques con bomba pueden comenzar. 25 ataques son así perpetrados por el Weather Underground, de los cuales el bombardeo del Capitolio en 1971 y el del Pentágono en 1972. No obstante, al advertir a las autoridades antes de cada detonación, esas explosiones no causaran víctimas. Marginados, la mayoría de los miembros se entregarán por sí mismos a finales de los años 1970.

El 2 de agosto de 1964, George Stephen Morrison, almirante y aviador naval de la Armada de los Estados Unidos, se encuentra a bordo del USS Bon Homme Richard (CV-31), un portaaviones clase Essex. Es entonces comandante de las fuerzas navales estadounidenses en el Golfo de Tonkín cuando atacan al destructor USS Maddox. A miles de kilómetros de distancia, su hijo estudia cine en la UCLA (University of California Los Angeles), un tal Jim Morrison.

“Todas las conexiones eran igualmente significativas e igualmente insensatas.” (“All connections were equally meaningful, and equally senseless.”)

Los Acuerdos de París firmados en enero de 1973 entre representantes de Estados Unidos, del Sur-Vietnam y del Viêt Công, marcan el final de ocho años de intervención militar estadounidense en Vietnam. El 29 de marzo de 1973, las últimas tropas de combate americanas por fin dejan el Sur-Vietnam. 7000 empleados civiles del Departamento de Defensa permanecerán todavía en Saigón antes de que la ciudad caiga en manos de los comunistas el 30 de abril de 1975, haciendo costar así el fin del conflicto. Humillación final, el último personal presente en el lugar tendrá que huir en helicóptero desde el tejado de la embajada americana.

Con excepción de las dos Guerras Mundiales, la guerra de Vietnam sigue siendo la guerra en el extranjero más mortífera en la historia de Estados Unidos. 58 220 soldados estadounidenses perdieron ahí la vida.

Notas :

[1] Bel Jean-Marc, En route vers Woodstock : de Kerouac à Dylan, la longue marche des babyboomers, Paris, Éditions Balland, 2004, p. 99.
[2] Ibid., p. 41.
[3] Ibid., p. 92.
[4] Ibid., p. 200.
[5] Ibid., p. 250.
[6] En 1956, Marruecos, Túnez y Sudán logran la independencia. En 1957, Ghana les sigue los pasos, seguido en 1958 por Guinea. Entre el 1ro de enero y el 31 de diciembre de 1960, son 17 países de África subsahariana, incluidas 14 antiguas colonias francesas, que adquieren justo después su independencia: Camerún, Togo, Madagascar, República Democrática del Congo, Somalia, Benín, Níger, Burkina Faso, Costa de Marfil, Chad, República Centroafricana, Congo-Brazzaville, Gabón, Senegal, Malí, Nigeria y Mauritania. Ese mismo año, también se independiza Chipre. En 1961, llega el turno de Sierra Leona, Tanzania, Egipto y Siria. En 1962, siguen Argelia, Burundi, Uganda, Ruanda, Jamaica, Trinidad y Tobago y Samoa. En 1963: Kenia y Malasia. En 1964: Malawi, Zambia y Malta. En 1965: Gambia, Maldivas y Singapur. En 1966: Botsuana, Lesoto, Barbados y Guyana. Y por último, en 1968: Suazilandia, Guinea Ecuatorial, Mauricio y Nauru.
[7] El título Subterranean Homesick Blues aparece en el quinto álbum de Bob Dylan, Bringing It All Back Home, lanzado en 1965 por Columbia Records.
[8] Tessier Bertrand, Steve McQueen : L’envers de la gloire, Paris, Éditions l’Archipel, 2020, Prólogo.
[9] Ibid., Prólogo.

Recursos:

(Libros y artículos de prensa)

AP, “Mother Says She Abandoned Girl To Save Her Life”, Progress-Bulletin, 15/12/1970.

Bel Jean-Marc, En route vers Woodstock : de Kerouac à Dylan, la longue marche des babyboomers, Paris, Éditions Balland, 2004.

Didion Joan, Los que sueñan el sueño dorado, Barcelona, Literatura Random House, 2012.

Didion Joan, Slouching Towards Bethlehem, New York, Farrar, Straus and Giroux, 1968.

Didion Joan, The White Album, New York, Simon & Schuster, 1979.

Ginsberg Allen, Aullido y Otros Poemas, Madrid, Visor Libros, 1993.

Ginsberg Allen, Howl and Other Poems, San Francisco, City Lights Books, 1956.

Kerouac Jack, En el camino, Barcelona, Anagrama, 2006.

Tessier Bertrand, Steve McQueen : L’envers de la gloire, Paris, Éditions l’Archipel, 2020.

UPI, “Missing Boy Said Murdered”, The Desert Sun, 15/01/1970.

Van Meter William, “The Hustlers and the Movie Star, Out Magazine, 23/05/2012.

(Referencias en línea)

Andersen Chester, “Uncle Tim’$ Children”, The Digger Archives, 1967.

Baker Matthew, “Background to 68 student movements in the United States”, SciencesPo Bibliothèque, 2018.

Kennedy John F., “Televised Address to the Nation on Civil Rights”, John F. Kennedy Presidential Library and Museum, 1963.

Street Joe, “‘Free Huey or the Sky’s the Limit’: The Black Panther Party and the Campaign to Free Huey P. Newton”, European Journal of American Studies, 2019.

Whitson Helene, “STRIKE!... Concerning the 1968-69 Strike at San Francisco State College”, FoundSF - the San Francisco digital history archive, (s. d.).

“Anti-Vietnam War Protests in the San Francisco Bay Area & Beyond”, Berkeley Library - University of California, 2023.

“Vietnam War U.S. Military Fatal Casualty Statistics”, The U.S. National Archives and Records Administration (NARA), 2022.

(Películas)

Easy Rider, película dirigida por Dennis Hopper, 1969.

Woodstock, documental dirigido por Michael Wadleigh, 1970.

The Weather Underground, documental dirigido por Sam Green y Bill Siegel, 2002.

The Sixties, serie de diez documentales creados para la cadena CNN y producidos por Tom Hanks, Gary Goetzman y Mark Herzog, 2014.

Joan Didion: The Center Will Not Hold, documental dirigido por Griffin Dunne, 2017.

Woodstock: Three Days That Defined a Generation, documental dirigido por Barak Goodman y Jamila Ephron, 2019.

Black Panthers, documental dirigido por Stanley Nelson, 2020.


Joan Didion falleció el 23 de diciembre de 2021, a los 87 años, a consecuencia de la enfermedad de Parkinson.